miércoles, 9 de agosto de 2017

La ira y su vinculación con la depresión
La ira es una de las emociones más frecuentes del ser humano, pero si bien es normal experimentar ira situaciones que nos exasperan hay que controlar su desarrollo por las consecuencias que trae aparejado en nuestra salud y en las relaciones interpersonales que mantenemos con nuestra familia, trabajo ya que se vuelve una fuerza destructiva de vínculos importantes y daña potencialmente nuestra salud.
La intensidad de la ira varía desde un estado de irritabilidad leve a un despliegue de furia intensa. Desde el punto de vista biológico, esta emoción cuando se desmadra genera aumento del ritmo cardíaco y aumento de la presión arterial debido a un aumento paralelo de la adrenalina y la noradrenalina que intervienen a nivel hormonal.
Los elementos que precipitan estados de ira son muy diversos, pueden estar relacionados con frustraciones tanto del mundo externo como interno. Muchas veces es acompañado de recuerdos traumáticos que no han podido ser elaborados. Las preocupaciones en relación a situaciones cotidianas que nos generan impotencia como ser las situaciones sociales, laborales, económicas especialmente dentro de un contexto como el nuestro donde la economía y la seguridad son fluctuantes son promotores de estados de ira.
La ira se expresa con comportamientos agresivos sean verbales o conductuales hay que diferenciarlo de la frustración, esta es un sentimiento de disgusto hacia una situación que no era la esperable para el sujeto, el foco esta en el resultado no esperado que genera ese estado de abatimiento, es una reacción afectiva de disgusto por el suceso. En cambio en la ira si bien hay un disgusto por el resultado de la situación se despliega sentimientos de rabia y desaprobación, el foco no es solo el resultado sino la acción que ha conducido a esto.
Los estados de ira y frustración son elementos que precipitan estados de depresión muchas de las veces asociados a trastornos ansiosos. La persona depresiva tiene una forma de autopercibir las situaciones externas como sin salidas, esto aumenta la frustración por no ver resultados, es por eso que la reestructuración cognitiva ayuda a dilucidar estos elementos que están en juego para que no precipiten en estados de ira. La ira no debe ser reprimida sino reconducida, en el sentido que la persona pueda expresar aquello que lo irrita de sobremanera y poder ir viendo de que manera asertiva pueda modificar la situación.
Una de las posibilidades es el incremento del autocontrol emocional y la disrupción de la conducta de ira, utilizando técnicas de registro de situaciones, control a través de relajación, entrenamiento en solución de problemas y manejo de la asertividad.
Siempre es importante determinar la situación nuclear que precipita estos estados y si la persona presenta estados de depresión porque esta es la que primero se debe atender, determinar como se ve a sí mismo, como juega el entorno y el futuro para esa persona sino estamos viendo la superficialidad de la situación solo el manejo conductual pero en su base hay un estado muchas veces larvado de depresión.
La reestructuración cognitiva facilita detectar aquellos pensamientos que activan nuestra conducta y que mas de las veces estas exagerados (pensamiento de tipo catastrófico, rígido, polarizado), que generan estados disfuncionales y padecimiento tanto físico como psíquico, trabajando desde lo cognitivo se pueden modificar tales creencias y empezar a construir formas de procesamiento mental más realistas y flexibles que puedan llevar a la persona a modificar su conducta y resolver los problemas que generaban una actitud toxica, tanto para él como para su interrelación con su medio. Hay que saber que no todos los problemas humanos tienen una solución inmediata, pero si existe manejos específicos para afrontar el problema.

Lic.Mónica Arcas arcasweb@gmail.com 15 34882542 

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