martes, 24 de septiembre de 2019


LA EXPERIENCIA DE VIVIR UN ATAQUE DE PANICO




El trastorno de pánico es un cuadro inhabilitante, que surge en forma brusca con sensaciones corporales que generan mucho malestar y producen en el padeciente una forma distorsionada y catastrófica de la realidad.

Para la persona que lo sufre, la primera experiencia de pánico inicia un antes y un después, ya que su vivencia es muy traumática, la persona en ese momento siente que está al borde de una situación límite (muerte física y/o Psíquica).

Esta situación no solo se produce en los trastornos por pánico, muchas veces se produce como consecuencia del abuso de sustancias (como efecto paradojal en el consumo de cannabis) o bien como síndrome de abstinencia.

Las consecuentes reiteraciones de episodios de pánico generan un estado de “alerta” y se instala el miedo a la repetición y ante los primeros síntomas de activación del sistema nervioso la persona comienza a tensarse e hiperventilar generando la escalada de adrenalina que termina en un estado de agotamiento y una necesidad imperiosa de huida. Las personas que sufren pánico presentan una fuerte distorsión cognitiva que precipita conductas de evitación ya que sostienen creencias erróneas sobre lo que está sucediendo.

Los pensamientos más frecuentes que aparecen son los relacionados con la pérdida del control sean de sus emociones (gritar, llorar), de su conducta (miedo a cometer un suicidio, o de herir a alguien), miedo a la pérdida de la cordura o un colapso mental, o el miedo a la muerte física, si la prevalencia sintomatológica es cardíaca (taquicardias, palpitaciones, dolor torácico) están con la certeza de padecer un infarto, o si sus síntomas prevalecen a nivel de mareos, cefaleas tensionales, desrealización o despersonalización sostienen que pueden llegar a tener una alteración neurológica (A.C.V) ya que las palpitaciones son señales de un infarto, así como los mareos de una descompensación cerebral.

Los ataques de pánico pueden ser completos (es decir que presentan una serie importante de sensaciones corporales), o parciales (pocos síntomas), así también se pueden presentar durante el día, o bien presentarse durante el proceso de sueño dentro de los períodos NO REM, (o sea que no están relacionados con el contenido del sueño) y la persona se despierta porque comienza a sentir una intensa taquicardia y presenta miedo a morir.

Que le pasa a la persona durante el ataque de pánico?

Hay una alteración en la respiración, esta se acelera en su ritmo, aumentando el oxígeno disponible, la persona se siente un poco mareada ya que aumenta la cantidad de oxigeno que va al cerebro.

También hay un aumento de la presión arterial y de su frecuencia cardíaca. Los músculos se tensan, esta es una reacción común del miedo en todos los mamíferos que prepara al organismo ante un peligro de manera tal que pueda tener la tensión necesaria para afrontar la lucha o la consecuente huida más rápida.

Existe la sudoración excesiva a modo de termo regular la temperatura corporal, es decir lo enfría para posibilitar el esfuerzo físico extremo de la situación que está atravesando. Hay un aumento de la coagulación sanguínea, esta también es una reacción primitiva porque en caso de herida no sangraría tanto, uno debe entender que estos modos de respuesta del organismo ante estímulos adversos son protectores para la supervivencia, antiguamente el hombre primitivo debía luchar para sobrevivir ante un medio hostil. En el estado de pánico la digestión se detiene, la boca queda seca, no hay salivación, si hay contenido estomacal se produce sensación nauseosa. La mente se focaliza en el peligro por lo tanto la visión es en túnel, y la visión lateral se disminuye, al mismo tiempo la persona siente su cabeza embotada “caminando sobre algodones”, tiene conciencia de todo lo que pasa a su alrededor pero a su vez se siente alejado del mismo.

Estos ataques de pánico desarrollan en el tiempo en un alto porcentaje (95%) el desarrollo de agorafobia, que es el miedo de padecer un ataque de pánico y no tener acceso a una persona a la que considera segura o para llegar a un lugar que considera seguro ante la inminencia del ataque. Allí se instala una conducta evitativa y condicional y la persona comienza a evitar lugares que antes eran de común acceso (supermercados, ascensores, shoppings, lugares con mucho aglomeración de personas, bancos etc.).

En la terapia cognitiva conductual se trabaja en las creencias disfuncionales que presenta el paciente a los efectos de reestructurarlas. Se planifica en forma personal los afrontamientos graduales a las situaciones que actualmente el paciente tiende a la evitación modificando no solo la conducta sino a nivel emocional se va modificando a través de las experiencias que va realizando. Es muy frecuente encontrar mucha comorbilidad en los cuadros de pánico, a mayor cronicidad del mismo es frecuente encontrar estados depresivos reactivos a esta disfunción, lo cual implica para el tratamiento primero trabajar las cogniciones depresógenos para poder sostener posteriormente el tratamiento, también es frecuente encontrar otros trastornos de ansiedad asociados al pánico como ser ansiedad social, generalizado y fobias específicas, muchos pacientes presentan también rasgos obsesivos e hipocondriacos que deben ser reestructurados, así como también existen crisis de pánico frecuentes en trastornos de personalidad especialmente en personalidades limítrofes que se exacerban en momentos de alto impacto de estrés. La psicoeducación es uno de los puntos más importantes dentro del tratamiento, como el manejo de técnicas respiratorias, de imaginación guiada y Mindfullness que el psicólogo especialista en estos trastornos debe ayudar en forma activa al paciente para su recuperación y trabajar en la prevención de recaídas del trastorno.


Lic. Mónica Arcas – Especialista en Trastornos de ansiedad- Miembro Titular de A.A.T.A


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