LA EXPERIENCIA DE VIVIR UN ATAQUE DE PANICO
El trastorno de pánico es un cuadro inhabilitante, que surge en forma
brusca con sensaciones corporales que generan mucho malestar y producen en el
padeciente una forma distorsionada y catastrófica de la realidad.
Para la persona que lo sufre, la primera experiencia de pánico inicia un
antes y un después, ya que su vivencia es muy traumática, la persona en ese
momento siente que está al borde de una situación límite (muerte física y/o Psíquica).
Esta situación no solo se produce en los trastornos por pánico, muchas
veces se produce como consecuencia del abuso de sustancias (como efecto
paradojal en el consumo de cannabis) o bien como síndrome de abstinencia.
Las consecuentes reiteraciones de episodios de pánico generan un estado de
“alerta” y se instala el miedo a la repetición y ante los primeros síntomas de
activación del sistema nervioso la persona comienza a tensarse e hiperventilar
generando la escalada de adrenalina que termina en un estado de agotamiento y
una necesidad imperiosa de huida. Las personas que sufren pánico presentan una
fuerte distorsión cognitiva que precipita conductas de evitación ya que
sostienen creencias erróneas sobre lo que está sucediendo.
Los pensamientos más frecuentes que aparecen son los relacionados con la
pérdida del control sean de sus emociones (gritar, llorar), de su conducta
(miedo a cometer un suicidio, o de herir a alguien), miedo a la pérdida de la
cordura o un colapso mental, o el miedo a la muerte física, si la prevalencia
sintomatológica es cardíaca (taquicardias, palpitaciones, dolor torácico) están
con la certeza de padecer un infarto, o si sus síntomas prevalecen a nivel de
mareos, cefaleas tensionales, desrealización o despersonalización sostienen que
pueden llegar a tener una alteración neurológica (A.C.V) ya que las
palpitaciones son señales de un infarto, así como los mareos de una
descompensación cerebral.
Los ataques de pánico pueden ser completos (es decir que presentan
una serie importante de sensaciones corporales), o parciales (pocos
síntomas), así también se pueden presentar durante el día, o bien
presentarse durante el proceso de sueño dentro de los períodos NO REM, (o sea
que no están relacionados con el contenido del sueño) y la persona se despierta
porque comienza a sentir una intensa taquicardia y presenta miedo a morir.
Que le pasa a la persona durante el ataque de pánico?
Hay una alteración en la respiración, esta se acelera en su ritmo,
aumentando el oxígeno disponible, la persona se siente un poco mareada ya que
aumenta la cantidad de oxigeno que va al cerebro.
También hay un aumento de la presión arterial y de su frecuencia cardíaca.
Los músculos se tensan, esta es una reacción común del miedo en todos los
mamíferos que prepara al organismo ante un peligro de manera tal que pueda
tener la tensión necesaria para afrontar la lucha o la consecuente huida más
rápida.
Existe la sudoración excesiva a modo de termo regular la temperatura
corporal, es decir lo enfría para posibilitar el esfuerzo físico extremo de la
situación que está atravesando. Hay un aumento de la coagulación sanguínea,
esta también es una reacción primitiva porque en caso de herida no sangraría
tanto, uno debe entender que estos modos de respuesta del organismo ante
estímulos adversos son protectores para la supervivencia, antiguamente el
hombre primitivo debía luchar para sobrevivir ante un medio hostil. En el
estado de pánico la digestión se detiene, la boca queda seca, no hay
salivación, si hay contenido estomacal se produce sensación nauseosa. La mente
se focaliza en el peligro por lo tanto la visión es en túnel, y la visión
lateral se disminuye, al mismo tiempo la persona siente su cabeza embotada “caminando
sobre algodones”, tiene conciencia de todo lo que pasa a su alrededor pero a su
vez se siente alejado del mismo.
Estos ataques de pánico desarrollan en el tiempo en un alto porcentaje
(95%) el desarrollo de agorafobia, que es el miedo de padecer un ataque de
pánico y no tener acceso a una persona a la que considera segura o para llegar
a un lugar que considera seguro ante la inminencia del ataque. Allí se instala
una conducta evitativa y condicional y la persona comienza a evitar lugares que
antes eran de común acceso (supermercados, ascensores, shoppings, lugares con
mucho aglomeración de personas, bancos etc.).
En la terapia cognitiva conductual se trabaja en las creencias
disfuncionales que presenta el paciente a los efectos de reestructurarlas. Se
planifica en forma personal los afrontamientos graduales a las situaciones que
actualmente el paciente tiende a la evitación modificando no solo la conducta
sino a nivel emocional se va modificando a través de las experiencias que va
realizando. Es muy frecuente encontrar mucha comorbilidad en los cuadros de
pánico, a mayor cronicidad del mismo es frecuente encontrar estados depresivos
reactivos a esta disfunción, lo cual implica para el tratamiento primero
trabajar las cogniciones depresógenos para poder sostener posteriormente el
tratamiento, también es frecuente encontrar otros trastornos de ansiedad
asociados al pánico como ser ansiedad social, generalizado y fobias
específicas, muchos pacientes presentan también rasgos obsesivos e
hipocondriacos que deben ser reestructurados, así como también existen crisis
de pánico frecuentes en trastornos de personalidad especialmente en
personalidades limítrofes que se exacerban en momentos de alto impacto de
estrés. La psicoeducación es uno de los puntos más importantes dentro del
tratamiento, como el manejo de técnicas respiratorias, de imaginación guiada y
Mindfullness que el psicólogo especialista en estos trastornos debe ayudar en
forma activa al paciente para su recuperación y trabajar en la prevención de
recaídas del trastorno.
Lic. Mónica Arcas – Especialista en Trastornos de ansiedad- Miembro Titular
de A.A.T.A
arcasweb@gmail.com – 15 3488 2542
No hay comentarios:
Publicar un comentario