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miércoles, 20 de enero de 2021

 

ANSIEDAD Y DEPRESION ANTE ENFERMEDADES CRONICAS

 

Tanto los trastornos de la ansiedad como los trastornos del ánimo constituyen los grupos de mayor morbimortalidad por el sufrimiento que infligen y a su vez son prioritarios en los gastos de atención primaria en salud, ya que en su mayor porcentaje lo padecen personas en su mejor periodo de productividad económica y muchas veces ocasionan el uso licencias reiteradas con el costo económico que acarrean.

Tanto los trastornos de ansiedad como los del humor no se presentan en la clínica en forma aislada, sino que se manifiestan en amplia comorbilidad con otros cuadros de ansiedad e inclusive con trastornos del eje 2 (personalidad) e inclusive asociado a enfermedades orgánicas.

Toda enfermedad orgánica supone un estado disruptivo y por ende una situación de crisis y deterioro de la calidad de vida dependiente de la patología clínica que acompaña. Cuando aparece una enfermedad orgánica de curso crónico, el estrés que desata potencia el cuadro y éste repercute en el área social y familiar, ya que por lo general supone una detención de la actividad laboral y por ende en la economía de la familia.

La enfermedad de curso crónico dispara fenómenos de discrepancias en la dinámica familiar a largo plazo, y muchas veces los roles de la familia no acompañan a ser flexibles ante la presencia de un integrante que demanda no solo atención sino un tratamiento costoso en muchos casos.

Muchas veces la enfermedad crónica se relaciona con estilos de vida de las personas, no solo depende de los factores de vulnerabilidad genética sino de la forma y calidad de vida que el paciente esta viviendo desde el punto de vista social, económico y relacional. En cambio en la enfermedad aguda es más dinámica, la situación una vez evaluado y tratado la problemática de salud se reequilibra el sistema familiar y se vuelve a la normalidad, es la familia por lo general  quien reacciona de manera eficaz al trauma que ocasiona en forma temporal la enfermedad del paciente, es por lo general más colaborativa porque demanda menor desgaste.

Toda enfermedad orgánica afecta a la persona desde muchos frentes, desde su duración de tratamiento, su forma de aparición e intensidad, así como  en el área laboral y  social, si ésta implica o no cambios corporales y particularmente si la persona puede aceptar la misma y tener una adherencia al tratamiento. Ese estrés no solo lo debe padecer el afectado sino todo su grupo familiar con las consecuencias de ajuste de roles de sus miembros ya que muchas de las veces deben alternarse en llevar a tratamiento si así lo requiere el paciente como la posibilidad de internación o tratamientos complejos (diálisis, oncología, etc.).

Por lo general las personas con enfermedades orgánicas padecen estados de ansiedad y depresión, por lo que deben ser evaluadas durante todo el tratamiento psicoterapéutico, especialmente cuando lo inician a los efectos de determinar la necesidad si así lo requiere de un apoyo farmacológico para mejorar los trastornos en el ciclo del sueño, apetito y disforia general  si los presenta  a los efectos de evitar en lo posible un deterioro mayor de su sistema inmunológico.

En los enfermos con insuficiencia renal crónica que se someten a tratamientos de hemodiálisis tres veces por semana y por término de 4 horas suelen tener alteraciones emocionales de tipo ansioso y depresivo, al principio del tratamiento sienten alivio sintomático, pero a medida que pasa el tiempo comienzan a sentir el distres de la enfermedad, sumado a la cantidad de medicamentos que deben ingerir, dietas estrictas para conservar el peso, especialmente el manejo de la toma de agua, la mayoría de estos pacientes vienen de enfermedades preexistentes que lo llevaron a la diálisis como ser diabetes II, hipertensión, lo cual constituyen una población de mucho riesgo. Además muchos de ellos son resistentes al tratamiento psicoterapéutico y se debe romper esa barrera para lograr que el paciente tenga mejor adherencia a la diálisis, y ver cómo lograr la no transgresión dietaria que pone en riesgo su vida, también se debe trabajar en la medida de lo posible la problemática familiar que suscita en el seno de una familia con un miembro en estas condiciones y a nivel conyugal la problemática en la sexualidad, ya que tanto hombres como mujeres presentan alteraciones en el área sexual.

Los trastornos depresivos en esta población como en la mayoría de las enfermedades crónicas ocupa un lugar relevante ya que aumenta la discapacidad del sujeto, el TDM es uno de los cuadros más prevalentes en el mundo actualmente, muchas veces los cuadros depresivos se muestran de manera enmascarada con una somatización, y también un alto porcentaje de los pacientes presentan estados de ansiedad patológica que encubren la depresión y ser tratados erróneamente, por eso es importante manejarse con escalas validadas para ambas patologías y ver el rango de severidad que tienen, de todos modos siempre se debe enfocar primeramente la depresión pues es la patología más crítica, ya que el estado de desesperanza del sujeto lo puede llevar a ideaciones suicidas con el riesgo que esto conlleva, el trabajo de psicólogo especialista en patologías clínicas debe evaluar ambos criterios diagnósticos, además de la comorbilidad de los cuadros y si hubiera o no trastornos de la personalidad  y derivar en forma eficiente a un psiquiatra a los fines de la prescripción adecuada para evitar el agravamiento del cuadro.

El abordaje terapéutico desde lo cognitivo conductual ha sido el enfoque que mayor resultado ha dado en estas patologías, se trabaja con el paciente de manera activa (alianza terapéutica) y considera a la sintomatología que presentan estos pacientes como un aprendizaje mal adaptado que debe ser reajustado de manera más flexible y adaptativa, captando las diversas distorsiones cognitivas y modificándolas a través de la técnica de reestructuración generando una respuesta más funcional y adaptativa, también existen muchas técnicas para la regulación emocional y aceptación de la patología que debe atravesar el paciente.

Lic. Mónica Arcas – Psicóloga Clínica – 15 3488 2542