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lunes, 1 de febrero de 2021

 

SALUD MENTAL POS PANDEMIA

 

La pandemia del COVID 19 que comenzó a manifestarse a partir de Diciembre de 2019 y que hoy en día afecta a la mayoría de los países hay generado uno de los mayores impactos en Salud Mental jamás visto.

Al ser una enfermedad nueva que avanza en forma vertiginosa ha generado estados de incertidumbre acerca de la finalización de esta epidemia, genera en muchas personas estados de expectación aprehensiva, ansiedad anticipatoria, estados disforicos y depresivos en la población. Como modo defensivo frente a la angustia que despierta agudiza estados fóbicos, tendencias obsesivas y estados de desesperanza en muchas personas, especialmente en aquellas con vulnerabilidad a estos cuadros.

En las personas que sufrían de trastornos de ansiedad y cuadros del espectro del humor se han incrementado en los últimos meses, especialmente cuando aparece la segunda ola más agresiva según informan los especialistas donde los estados de alerta y la falta de vacunación masiva deja a las personas en un mayor grado de incertidumbre, por otra parte muchos personas han desarrollado estados de negación de la peligrosidad de contagio no respetando el distanciamiento ni los métodos de profilaxis para evitar el contagio.

Aparece entonces la ansiedad como sintomatología principal con estados de mucha ansiedad de tipo anticipatorio., elevada tensión, preocupaciones constantes respecto a la posibilidad de contagio no solo a sí mismo sino a sus seres queridos, la incertidumbre de la evolución del cuadros especialmente en personas que tienen enfermedades preexistentes y se generan muchas veces somatizaciones diversas que aumentan las crisis y pensamientos de tipo catastróficos sobre su destino.

Los trastornos en el sueño son muy frecuentes, alteraciones de conciliación del sueño, insomnio intermedio y despertar temprano son síntomas que deben ser tomados en cuenta, los primeros son más frecuentes en estados de ansiedad y el último en estados más depresivos, existe hipotimia que es el estado de ánimo decaído, la tristeza y la aflicción son frecuentes quejas en la atención primaria, al igual que los estados de irritabilidad que van en aumento manifestándose como poca tolerancia a la frustración, hostilidad, poca recepción a la crítica y reacción exagerada ante determinadas situaciones que se pueden generar en el ámbito familiar, ya que se optó por formas laborales dentro de la casa que en muchas ocasiones se desbordan por lo dilatado que se extiende esta pandemia.

A estos estados se les suma la poca sociabilidad que la pandemia restringe, la separación de las familias, la dificultad de viajar, el poco contacto corporal en una sociedad acostumbrada a poca distancia social y de manifestaciones de cariño (abrazos, besos) la privación de los afectos genera estados de tristeza mas aún en personalidades más dependientes, especialmente la población mayor,  la inseguridad a nivel de salud  de saber si se puede contar con tanto el personal como camas en casos de aumento de contagiados y la problemática en nuestro país de pérdida de fuentes laborales sumado a la escasa reactivación económica que aumenta la angustia en gran parte de la población.

Pero hay que hacer la salvedad, una cosa es el desarrollo de un trastorno de ansiedad o de depresión como cuadro psicopatológico, de un estado de aprehensión por el desarrollo de la pandemia o de tristeza que son emociones normales ante un escenario que genera en la población la pandemia y los medios de comunicación que transmiten datos del aumento de infectados y muertes las 24 horas en casi todos los medios de difusión masiva. Pero lo adecuado frente a este escenario es mantener una actitud positiva con la esperanza que hay mucha comunidad científica dando nuevas alternativas de vacunación y tratamiento, solo es cuestión de tiempo para que la humanidad deje de sufrir esta pandemia, y no permitir que ésta inhiba el desarrollo de tareas y permita que la creatividad genere nuevas oportunidades.

En caso de infección es indispensable una actitud positiva y resiliente que posibilite una buena recuperación acorde a la realidad de los hechos, no tiene que transformarse en un hecho traumático, sino en una experiencia que el ser humano le toca atravesar. Pero siempre tener en cuenta las normas de profilaxis que son elementos que si los utilizamos ayuda a la sociedad a la no propagación desproporcionada de la enfermedad, distanciamiento del otro (2 metros), lavado de manos, lavado de elementos que entran en la casa, utilización de las mascarillas tapando la boca y las fosas nasales y la utilización de gafas que evitan la contaminación.

Lic. Mónica Arcas  Psicóloga Clínica – 15 3488 2542 -