Acerca de la autoestima
Lic.Mónica Arcas
Psicóloga Clínica
La autoestima es la experiencia
de ser aptos par la vida y sus requerimientos consiste en la confianza en la
capacidad de pensar y afrontar los desafíos que la vida presenta, tener
sentimientos de ser dignos, afirmar nuestras necesidades y gozar de los logros que hemos obtenido por
nuestros esfuerzos.
El autor Nathaniel Branden plantea que así como teneos un
sistema inmunológico que nos preserva de las enfermedades, el mantenimiento de
una autoestima positiva tiene un valor de supervivencia y actúa como un sistema
inmunológico de la conciencia, brindando a la persona de fortalezas y
resistencia ante los embates de la vida así como su capacidad de regeneración.
Cuando una persona tiene una autoestima baja e
insuficiente este se encuentra en un estado de pasividad ante las adversidades,
estas lo sumergen, lo oprimen, no mostrando ningún indicador de resistencia
ante las mismas, trabando las capacidades de funcionar adecuadamente, por eso
la autoestima positiva se proclama como una necesidad para abordar
dificultades.
Cuando se tiene una autoestima alta su conducta tiende a
la búsqueda de objetivos desafiantes, donde se exige una superación, y de esta
manera se va consolidando y fortaleciendo. Su contrario, la baja autoestima la
persona tiende a la búsqueda de “seguridad” de todo aquello que le es conocido,
no se arriesga, de manera que debilita su autopercepción. Este comportamiento
es muy típico de las personas fóbicas con rasgos dependientes, en donde se
apegan a personas y/o lugares conocidos por temor a confrontarse con las
demandas del mundo externo que las hace crecer y fortalecer, tendiendo a
mantener estos lazos simbióticos y dependientes, las relaciones más desastrosas
surgen en la unión de dos personas que se subestiman, no creciendo
independientemente sino conformándose de esta forma “ la unión de dos
abismos no formara una cima”.
Y cuanto mas alta sea la autoestima nuestra mirada hacia
el otro no se percibe como una amenaza sino que surge el respeto por el otro (a
diferencia del miedo al otro), aparecen fortalezas como el sentido de lo justo,
la benevolencia se reacciona con un sentido de asertividad y no de agresión,
hostilidad o pasividad.
La autoestima posee dos pilares que no son excluyentes,
sino complementarios, la ausencia de uno de ellos la debilita, estos pilares
son:
Å
LA AUTOEFICACIA: Que esta relacionado con el
control sobre uno mismo y se relaciona con el bienestar psicológico, con la
capacidad de pensar sobre los procesos de lo que decido, elijo y comprendo los
hechos de la realidad a la que estoy inscripta con la sensación de estar en el
centro vital de la propia existencia, en lugar de situarme en un lugar de
pasividad donde soy víctima de las circunstancias e impotente de su cambio.
Å
LA AUTODIGNIDAD:
Relacionada con la autovaloración
en un sentido de merito personal, con una actitud afirmativa hacia los
derechos, pensamientos , deseos y necesidades que merecemos.
Pero dentro de la persona habrá indefectiblemente
fluctuaciones de la autoestima, como lo hay en todo proceso psicológico.
La autoestima es la predisposición a experimentarse como
competente para afrontar los desafíos vitales y ser merecedor de estados de
felicidad.
En nuestro interior la autoestima positiva se manifiesta:
1.
En la serenidad que adoptamos en poder hablar
tanto de logros como fracasos que hemos tenido de una manera franca y directa
manteniendo una actitud amistosa y no resentida de los hechos que la han
provocado,
2.
Teniendo una apertura a las críticas que nos
puedan hacer, aceptando errores como proceso de crecimiento personal.
3.
Equilibrio entre lo que decimos y hacemos, ser
asertivos en nuestra conducta verbal y no verbal.
4.
Ser flexibles para responder a situaciones y
desafíos vitales confiando en nuestra capacidad de superación y manteniendo una
actitud creativa y lúdica ante los eventos estresantes.
Muchas veces existen situaciones en las cuales los padres
crean en los hijos una valla que impide el crecimiento normal de la autoestima
durante el periodo de desarrollo, especialmente si se trata de padres inseguros
y temerosos que mantienen un comportamiento sobreprotector con sus hijos ya que
ellos perciben al mundo externo como peligroso y poco confiable.
Muchas veces transmiten verbalmente o a través de
conductas no verbales que el niño no se desempeña de manera “suficiente”, no
reconociendo la capacidad de autovalidamiento, estos padres asumen un rol
sobreprotector listos para asistirlo, restringiendo la capacidad exploratoria
del niño, esta conducta parental genera dos autoimágenes ambiguas que se
instauran en el niño, una es la de ser querido y al mismo tiempo le genera un
sentimiento de fragilidad y debilidad, y cuanto esfuerzo haga el niño por
satisfacer las demandas paternas nunca van a alcanzar a satisfacerlas, por lo
tanto genera una baja autoestima.
Cuando la educación que se le imparte al niño no es
normativa, o las estructuras de apoyo no son confiables (apego ausente) o con
normas contradictorias y confusas (apego ambiguo) al niño le resulta imposible
generar expectativas coherentes como para desempeñarse sin problemas en las
conductas exploratorias que afianzan su autoestima, o bien las figuras de apoyo
(padres/educadores) son muy rígidas y punitivas que castigan o imparten amenaza
a la individualidad.
Otro obstáculo para la autoestima es cuando el niño vive
aterrorizado con eventos de violencia física y/o psíquica en su ambiente, puede
también negar la percepción de su realidad e implícitamente dudar sobre lo
percibido.
Los individuos con autoestima baja se muestran
generalmente irritables frente a sujetos entusiastas de la vida, muchas
personas que tienen escasos logros personales suelen envidiar y experimentar
resentimiento por aquellas que lo han logrado. Estos sentimientos de desprecio
y envidia son obstáculos que le impiden elevarse.
Estamos en épocas de cambios acelerados que demandan
constantemente elecciones y desafíos que exigen capacidad de innovación,
autonomía, independencia y responsabilidad personal. En consecuencia la capacidad de confiar en
los propios recursos , de aprender, de flexibilizarse y decidir marcan a la
autoestima como una herramienta indispensable para la supervivencia dentro de
un medio altamente competitivo y cambiante.
Las personas con una buena autoestima no se ven
impulsadas a mostrar la superioridad ante los otros, no se comparan sino se
sienten conformes con sí mismos con la confianza de ir superándose acorde a las
demandas de la vida.
Autoaceptarse y responsabilizarse es la clave, es evitar
no caer en una relación negativa consigo mismo, y no significa no desear
cambiar, significa no negar la realidad que tenemos, asumir que uno es el
responsable de todas nuestras elecciones, no como sujetos de censura y culpa,
sino como agentes causales de nuestro comportamiento, y si no asumimos este
compromiso la situación nos transforma en victimas, por lo tanto nos deja
psicológicamente impotentes.
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