Cuando se habla de obesidad
debemos pensar en la multicausalidad de la misma, hay alteraciones metabólicas,
endocrinas y psiquiátricas, esto es particular en cada persona y deberíamos
pensar siempre en el sufrimiento que desde el punto de vista médico y social
estas personas padecen el dolor de llevar un peso que es rechazado muchas veces
en esta sociedad perfeccionista y competitiva donde el obeso muchas veces es
etiquetado y discriminado.
En muchos casos las personas
muestran un comportamiento de tipo compulsivo y se descontrola en la ingesta
sintiéndose luego con mucha culpabilidad. Se sabe que al igual que los
psicofármacos, los alimentos mantienen el efecto de tolerancia, se aumenta para
obtener el mismo efecto de mantener un estado que los sacie, ya que su
interrupción le generaría un estado de alteración psíquica que es denominado
abstinencia reflejando un estado de malestar psíquico en forma de estado de
distres. Este círculo que se forma entre ciertos estados mentales de ansiedad-depresión
más la ingesta descontrolada, los sentimientos negativos posteriores que se
generan se suelen asimilar a estados de comportamientos adictivos asociados con
la recompensa el mismo que actúa en las actividades placenteras de la adicción.
Los alimentos dulces o muy
salados y que tienen alto porcentaje de
grasas generan un comportamiento adictivo que se asemeja al consumo de drogas ,
hoy la industria alimenticia modifica químicamente los alimentos y estos
producen sensación no solo de satisfacción sino la necesidad del aumento de su
consumo (snacks, embutidos, golosinas entre otros), aumentando en el cerebro el
sistema de recompensa, pero es importante destacar que no todas las personas
que insumen estos alimentos se convierten en personas con un comportamiento
adictivo, al igual que aquellos que consumen drogas no todos llegan a ser
adictos, pueden ser consumidores ocasionales sin adicción. Esta diferencia está
en la predisposición genética de la persona y sus rasgos de personalidad
predisponen que la sustancia que ingiere no solo le produce placer sino que le
mitiga el dolor psíquico que estas personas padecen desde su historia. El obeso
muchas veces tiene comorbilidad depresiva, ansiosa, suelen tener conflictos
interpersonales, muchas de las veces es objeto de discriminación y soledad, lo
cual aumenta la posibilidad de entrar en el circuito de la ingesta como forma
de manifestar no solo su enojo sino el dolor psíquico que suele tener frente a
una sociedad que muchas veces lo margina, el obeso tiene menos posibilidad de
ingreso laboral, suelen tener problemas en la interacción social y la
sexualidad. El alimento cobra un valor de obturar estados emocionales
negativos. Es por ello que el concepto de culpabilidad debe ser modificado. En los casos que estos pacientes se sometan a
cirugía bariatica es indispensable trabajar previamente las conductas de tipo
adictivo, porque posoperatoriamente pueden manifestarse esta disfuncionalidad y
generar una nueva frustración.
La terapia cognitiva
conductual ayuda al paciente obeso a poder decodificar sus emociones en
relación a la ingesta, y con la psicoeducación y el manejo asertivo así como la
modificación de su autoestima puede ir cambiando estos comportamientos
disfuncionales y abrir un nuevo panorama de vivir una vida más adaptada e
integrativa en la sociedad.
Lic Mónica Arcas –
Psicóloga Clínica – TCC- 15 3488 2542
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1607
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