Afrontamiento
de situaciones ansiógenas.
En los trastornos de ansiedad
hay situaciones cotidianas que generan en las personas elevados niveles de
ansiedad de manera tal que con solo pensarlas detonan respuestas emocionales y
físicas, incluso sin que todavía haya ocurrido provocando mucho malestar
Esta ansiedad impide
afrontarlas de manera eficaz, aparece el miedo, los pensamientos negativos como
negros presagios acerca de lo que va a ocurrir, de tal forma que cuando en
realidad ocurre, todo nuestro repertorio conductual (emociones, pensamientos y
comportamientos) se convierte en una confirmación de lo que ya esperábamos. Es
porque en la exposición en sí misma se produce un cambio cognitivo.
La ansiedad y los pensamientos
negativos son tan fuertes que nos impiden afrontar la situación con éxito, y
una vez más se confirman nuestras sospechas de que somos incapaces de hacerlo.
Si realizamos un examen
minucioso de este tipo de situaciones nos daremos cuenta de que, en realidad,
todo este proceso que aparentemente se percibe como una línea continua desde
que empieza hasta que finaliza, consta de cuatro fases o momentos perfectamente
diferenciados:
1) Antes de
comenzar la situación. Este espacio temporal puede abarcar desde días hasta
horas antes de que tenga lugar el suceso. Determinadas personas empiezan a
“rumiar” de forma intermitente varios días antes la situación temida, esto se
denomina ansiedad anticipatoria.
2) Otras
empiezan a poner en marcha el proceso anticipatorio justo el día anterior.
Es bastante común, por ejemplo, que pacientes con problemas de adaptación en el
trabajo, comiencen ya el domingo por la mañana a pensar en la jornada del
lunes, imaginando todo tipo de dificultades y angustiándose por ello.
Finalmente existe una última categoría de personas cuyo “momento antes” se
limita a las horas previas, en las cuales ya comienzan a poner en marcha
mecanismos anticipatorios de ansiedad.
En cualquier caso, sea cual
sea el momento en que comenzamos a pensar sobre determinado suceso antes de que ocurra, los contenidos
cognitivos de esta fase tienen unas características comunes. Todos ellos
tienden a evaluar la situación futura comparándola con situaciones anteriores
similares en las cuales la ejecución no fue realmente satisfactoria.
La persona piensa:
Volverá a ocurrir lo mismo? Seré
capaz de superarlo?pero le invade generalmente el miedo y consecuentemente
pensamientos y ánimo negativo, que es importante registrarlo. De ese registro es
importante detectar:
¿Me provocan algún tipo de
sentimiento? -
¿De qué signo Positivo o negativo?
Estos mensajes anticipatorios:
“Qué son esos sentimientos?
-¿Cómo los podría definir
exactamente?
- ¿Me ayudan a comportarme de
manera segura y eficaz o me impulsan a bloquearme, evitar, huir de la
situación? Teniendo en cuenta que mi objetivo es afrontar de manera positiva la
situación: ¿Pensar cómo lo hago
habitualmente antes de que se produzca el suceso, me ayuda a conseguir este
objetivo?
Si has llegado a la conclusión
de que todo lo que te dices habitualmente antes de una situación temida no te
ayuda a afrontarla, cambia esos mensajes por otros que: En principio siempre
tener en cuenta el manejo de la respiración diafragmática y relajarse, esas son
técnicas que deben realizarse cotidianamente para ser efectivas. Entonces
pensar:
- Estrategias que puedes utilizar para
resolver favorablemente la situación.
- Te ayuden a relativizar o quitarle
importancia a la situación, contemplándola como un aprendizaje que te permitirá
ser más asertivo.
-Generen sentimientos de confianza en ti mismo
y disminuyan la tensión y malestar.
-Te faciliten el enfrentamiento, no la huida.
“Esta vez puedo utilizar algunas estrategias como...”.
- “No es mi última oportunidad, sólo es una
ocasión para aprender a ser más habilidoso”
- “Si ahora me enfrento en vez de huir, la
próxima vez será un poco más fácil”.
- “Puedo controlar la tensión respirando
profundamente.
- Apréndete los mensajes que
tú mismo has creado para afrontar la situación y recítalos una y otra vez en
cualquier momento antes, en sustitución de los habituales.
-Observarás cómo tu ansiedad
disminuye, a la vez que aumenta la capacidad de afrontamiento.
Al comienzo de la exposición
Este es un momento crucial,
donde no se debe dar marcha atrás, si bien la persona es normal que se sienta
vulnerable.
Observamos detenidamente el
escenario donde en unos minutos va a comenzar nuestra “representación” y
buscamos ansiosamente señales que nos confirman o contradigan todo lo que
habíamos pensado hasta ese momento.
Si durante la fase anterior
nuestras expectativas han sido negativas, en esta fase nos sentimos
angustiados, confusos y notablemente inseguros. Llevamos varios días
preparándonos de forma irracional para la situación, por eso, en estos
momentos, cualquier gesto, palabra o conducta de los otros puede ser el
detonante para poner en marcha una cadena de pensamientos negativos que
desembocarán en un momento de gran tensión y malestar.
Tenemos que actuar pero la
ansiedad nos paraliza, conseguimos arrancar, pero estamos tan atrapados por
nuestras emociones que apenas podemos concentrarnos en seguir el guion que
habíamos preparado previamente.
Todas nuestras percepciones
están orientadas hacia nuestro propio malestar y hacia los elementos de la
situación que interpretamos como desfavorables o adversos.
Es importante no chequearse y
relajarse, utilizar siempre la respiración diafragmática y poner la atención
afuera.
:
1º Anota literalmente lo que
te dices a ti mismo cuando está empezando la situación que temes y percibes que
tu seguridad se tambalea. Regístralos todos, tal y como te vienen a la cabeza y
reflexiona sobre cómo te sientes en esos momentos.
2º Los mensajes que te dan en
esos momentos, justo al comenzar la situación:
- ¿Qué
tipo de sentimientos te provocan?
- ¿Te
tranquilizan o te hacen sentir aún más tenso?
- ¿Te
ayudan a seguir adelante o te impulsan a abandonar?
- ¿Te ayudan a concentrarte en los pasos que
tienes que dar, o te descentran?
3º Cambia entonces los
mensajes que te das habitualmente al comenzar por otros que: (Pensamientos
alternativos más realistas)
- Te ayuden a recordar los pasos que vas a dar
para enfrentarte con la situación.
- Te centren en lo que tienes que hacer en ese
momento. - Quiten importancia a tus síntomas fisiológicos.
- Te “obliguen” a no abandonar, recordándote
que es una ocasión para aprender, poniendo en práctica tus recursos,
habilidades y estrategias.
Por ejemplo;
- “voy a intentar relajarme, respiraré
profundamente”.
- “No
es una situación desconocida, ahora estoy más preparado”.
- “No
voy a pensar en cómo me siento, sólo en lo que tengo que hacer ahora”.
- “Seguiré adelante, eso ya es
un éxito”.
- “No
es una situación irreversible, tendré la oportunidad de volver a intentarlo”.
EN UN MOMENTO DE TENSIÓN durante la situación.
Hemos conseguido “arrancar” y la situación se está desarrollando de forma
aparentemente controlada, pero interiormente nos seguimos sintiendo inseguros,
y la ansiedad fluctúa en oleadas más o menos tolerables. De repente se produce
un “pico”.
Puede tratarse simplemente de
un detalle que captamos en el ambiente: una sonrisa irónica, un comentario
“chistoso”, un gesto de desaprobación..., o bien una señal interior a la que
decidimos prestar atención aumentando considerablemente su importancia
(cualquier señal leve de malestar o un pensamiento que hasta ese momento
habíamos relegado a un segundo plano).
Nuestra ansiedad vuelve a
dispararse, nuestros pensamientos negativos cobran fuerza y se sitúan en
primerísimo plano, desplazando la atención directamente al centro de nosotros
mismos. Por un momento sentimos que todo se tambalea. Miramos ansiosamente a
nuestro alrededor intentando comprobar si nuestra inseguridad está siendo
captada por los otros y en medio de todo ese torbellino, nos lanzamos frases
desesperadas que nos exhortan a seguir adelante pase lo que pase.
Éste es un momento clave
porque, si no somos capaces de dominarlo, si permitimos que nos desborde hasta
perder las riendas de lo que hasta ese momento era una situación controlada,
todos nuestros esfuerzos habrán sido en vano.
Probablemente seamos incapaces
de seguir adelante, huiremos, nos quedaremos bloqueados, la sensación de
fracaso planeará pesadamente sobre nuestras cabezas, y al final dominará
nuestra evaluación posterior e influirá negativamente, por extensión, en
situaciones futuras.
El afrontamiento de esta fase supone realizar
los siguientes pasos:
1º Es probable que en algún
momento, a lo largo de la situación que estamos analizando, tengas la sensación de que vas a perder el
control, estás en un momento de tensión crítica. Anota literalmente lo que
sueles decirte.
2º
Este tipo de mensajes que utilizas habitualmente en un momento crítico: - ¿Qué tipo de sentimientos te provocan?
- ¿Te ayudan a conseguir tus objetivos o te
alejan de ellos?
- ¿Incrementan tu ansiedad o
te ayudan a relajarte?
- ¿Te
ayudan a seguir adelante o te provocan ganas de huir?
- ¿Te centran en lo que estás haciendo o te
bloquean, impidiéndote pensar objetivamente?
3º
Sustituye las frases habituales por otras que:
- Te
ayuden a interpretar ese momento como algo pasajero, un bache que puedes
remontar
- Te
recuerden qué tipo de recursos o estrategias puedes utilizar para superarlo.
-
Elogien tu capacidad para llegar hasta ese momento de la situación
- Te recuerden que ahora estás más cerca
del final y lo estás consiguiendo.
Algunos ejemplos son:
- “Sé que esto es sólo un momento crítico, no
es la primera vez que me ocurre, pasará...”.
- “El miedo es una reacción psicológica que
puedo controlar”.
- “voy a respirar hondo para que mi ansiedad
disminuya”.
- “He llegado hasta aquí, puedo seguir
avanzando”.
- “El siguiente paso que debo dar es...”.
4º Elabora una lista de
pensamientos que te ayuden a afrontar un momento tenso durante la situación.
Utiliza frases que te motiven a seguir adelante, que te ayuden a centrarte en
lo que estás haciendo, y que te recuerden todos los recursos que posees para
superar la tensión. Sé específico en tus mensajes e intenta que todos tengan la
máxima credibilidad
5º Memoriza una a una todas
las frases que hayas incluido en la lista anterior de tal forma que puedas
utilizarlas cuando te encuentres en un momento crítico. Repítelas una y otra
vez hasta que la crisis haya terminado.
FINALIZACION
DE LA EXPOSICION
Es el momento en que finalizada la dura
prueba, nos encontramos con nosotros mismos y empezamos a reflexionar acerca de
todo lo ocurrido. Repasamos una y otra vez, con minuciosidad, todos los
detalles, recordamos caras, gestos, sensaciones y pensamientos que formaron
parte de todo el proceso, desde el principio hasta el final. Nos vemos a
nosotros mismos y evocamos todas las emociones e ideas que nos fueron asaltando
a cada momento. Nos convertimos en jueces implacables y al final sentenciamos
que nuestra actuación ha sido insuficiente, insegura, cobarde, etc. Esta
conclusión, que probablemente no sea realista en su totalidad (¿Cómo puedes
estar seguro de que no ha habido ningún momento moderadamente bueno?), nos
marca definitivamente, llevándonos a sentenciar con rotundidad que “la próxima
vez será igual”.
Las conclusiones que
extraigamos una vez finalizado el suceso se convertirán en el paradigma que
guiará el momento antes de una próxima situación, completando el círculo
vicioso en el cual estamos atrapados. Por ello es tan importante ser
absolutamente objetivos cuando enjuiciemos nuestras ejecuciones. Cualquier
detalle positivo, cualquier señal satisfactoria que seamos capaces de
descubrir, tendrá un valor incalculable en el futuro. Para afrontar
satisfactoriamente esta fase, sigue las siguientes indicaciones: J 1º Intenta
recordar qué tipo de conclusiones sacas después de una situación de peligro o
temor. Anótalas una a una, en primera persona, tal y como te las dices
habitualmente en ese momento.
2º Contesta a las siguientes
preguntas:
- ¿Qué efectos crees que causan en ti esas
conclusiones?
- ¿Qué emociones despiertan?
- ¿Te ayudan a desdramatizar la situación, o
por el contrario, la convierten en más peligrosa?
- ¿Después de esas conclusiones, te atreverías
nuevamente a enfrentarte con la próxima situación?
Sustituye
tus conclusiones habituales por otras que:
- valoren
objetivamente lo que has hecho, pensando cómo pueden cambiar la próxima vez los
aspectos negativos, y elogiando los positivos.
-
Sustituyan la culpabilización por responsabilización.
-
Generen expectativas realistas respecto a futuros intentos.
- Elogien tu valentía, tesón, constancia, afán
de superación, etc.
Las siguientes frases pueden
ser un ejemplo:
- “He conseguido llegar hasta el final y eso ya
es un éxito”.
- “Puedo aprender de esta situación e intentar
mejorarlo la próxima vez”.
- “Esta
estrategia que he utilizado me ha servido para algo. Seguiré utilizándola”.
- “Culpabilizarme no sirve de nada, y me
paraliza frente a la próxima vez”.
Cada vez que te enfrentes a una situación
temida, utiliza este tipo de conclusiones. Puedes irlas cambiando en función de
los resultados que vayas obteniendo y que lógicamente mejorarán con cada nuevo
intento. Utiliza cada vez los pequeños (¡o grandes!) logros que vayas
consiguiendo para comprobar que has mejorado con respecto a la situación anterior
y que puedes seguir mejorando con respecto a situaciones futuras. Ten presente
que los pasos intermedios son tan importantes como los objetivos finales.
Lic
Mónica Arcas Psicóloga Especialista en T.de Ansiedad
15 3488 2542 on line Skype: monicaarcasbyrne
www.ansiedadweb.blogspot.com
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