jueves, 16 de julio de 2020


ASPECTOS PSICOLOGICOS DE LA OBESIDAD

La obesidad se caracteriza por acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido adiposo en el cuerpo  que se incrementan hasta un punto en que pone en riesgo la salud o la vida. La obesidad es una enfermedad metabólica crónica, multifactorial donde existen factores de orden genético, ambientales, emocionales, y conductuales.
Suele iniciarse en la infancia y adolescencia, remiten a un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético donde el sedentarismo ocupa un valor relevante en el mantenimiento.
La obesidad trae como consecuencia el inicio de patologías muy frecuentes como ser el síndrome metabólico que es un precursor de desatar la diabetes tipo 2 en los adultos.
Hay factores que influyen en la obesidad como ser el grado de obesidad (desde sobrepeso hasta obesidad mórbida), el tiempo de la evolución de la enfermedad y también la edad de los afectados. La obesidad se asocia a otras enfermedades como ser el aumento de triglicéridos en sangre, hipercolesterolemia, cardiopatías isquémicas, hipertensión arterial, alteraciones de tipo endócrino como ser el hipotiroidismo, desarrollo de neoplasias en las mujeres asociado a cáncer de mamas, endometrio, en los varones a próstata.
El tratamiento de la obesidad debe ser integrado, por lo general solo se aborda dietas hipocalóricas y ejercicio físico, pero debe ser excluyente el abordaje psicoterapéutico de estos pacientes para la eficacia de un tratamiento, específicamente la terapia cognitiva conductual ha dado buenos resultados en el proceso de tratamiento tanto de pacientes con obesidad en grados I –II – y III como en los casos más graves como ser la obesidad mórbida, y en aquellos pacientes próximos a intervenciones quirúrgicas de by pass gástrico.
Es importante la diferenciación entre la sensación de hambre y la saciedad, de la ingesta por estados emocionales alterados, y específicamente poder detectar las emociones que la persona tiene y las situaciones personales que la llevan al acto de consumo muchas veces desmesurado por alteraciones anímicas. Para ello en la T.C.C se realizan registros de situaciones que se producen en la semana, la conducta desarrollada y específicamente los pensamientos automáticos, emociones sentidas  y creencias disfuncionales asociadas al evento, así como la psicoeducación para la adherencia al tratamiento dietético y/o médico, las técnicas específicas para el manejo del estrés y la ansiedad.
Es muy común el desarrollo de ansiedad, la persona regula su estado de ansiedad comiendo no por hambre, sino como forma compensatoria de su estado ansioso de preocupación. Frente al estrés responde con consumo, no pudiendo tener respuestas asertivas a los factores que lo generan y estableciendo un círculo vicioso de la enfermedad e incremento de peso corporal.
Muchas veces fallan los tratamientos sean por falta de motivación, las dietas por si mismas son muchas veces tomadas como un “deber” que no genera otros motivos suficientes a pesar de ser conscientes de las consecuencias clínicas del exceso de peso. Estos es debido en muchos casos porque tienen la idealización de un cuerpo y de una baja de peso rápido, al no efectuarse pierden el interés y aparece la frustración, el abordaje por eso debe ser integrado en un contacto estrecho entre los profesionales que abordan al paciente, saber las causas personales del sujeto en tratamiento, la evaluación exhaustiva psicológica en ansiedad y/o depresión, de factores de personalidad de base, si hay traumas residuales que no han sido tratados en tratamientos que siguen operando en el psiquismo (abusos sexuales), procesos de bulling psicológicos, aislamiento social , procesos de baja autoestima, duelos no elaborados,  entre otros.
La obesidad muchas veces actúa como  escudo protector frente a las amenazas del mundo externo, se discrimina mucho al niño y/o joven obseso, esto repercute no solo en su autoestima y confianza, sino que incide en la inserción muchas veces en el mercado laboral, en la elección afectiva, en la socialización normal del niño y/o joven, generándole estados depresivos debido a la discriminación, el aislamiento social  y la incapacidad de acceder a una vida social que mejore su calidad de vida.
La soledad es un elemento que precipita a la obesidad, la tristeza de no tener relaciones saludables para su vida, el solo contacto social a través de redes sociales aumenta el sedentarismo ,el estado de estrés y  la depresión, actualmente en estado de pandemia se ha visto incrementado el aumento de peso, el aburrimiento, el aislamiento social, y la incertidumbre fueron uno de los disparadores del mismo, ya que las personas en estado de agobio, angustia y depresión se refugian en el consumo preferentemente de hidratos de carbono que aumentan su peso corporal. Muchas veces no hay una buena diferenciación de hambre con la saciedad e identificación de emociones que llevan a la conducta de ingesta.

Lic. Mónica Arcas  - Psicóloga especialista en Trastornos de Ansiedad //15 3488 2542


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