La infancia robada
La infancia robada de Silvia a propósito de un caso de
abuso parental
Lic.Monica Arcas
Las relaciones familiares suelen ser suelen ser difíciles
cuando dentro del núcleo familiar hay abuso, pero si encima se trata de
familias caóticas con comportamientos psicopáticos por parte de los padres, la
victima suele estar en el máximo desamparo.
Este es el caso de Silvia, mujer de 29 años de edad al momento de la
consulta, casada con un hijo varón de 9 años, Silvia había sido víctima precoz
del peor de los abusos el abuso sexual parental.
Inicia tratamiento psicoterapéutico derivada por su médico
por presentar estados de ansiedad comorbidos con depresión crónica, en la
admisión la paciente presentaba alteraciones en el ciclo del sueño, pesadillas
recurrentes, somatizaciones variadas desde cefaleas, trastornos gastrointestinales, mialgias. Desde el punto
de vista conductual se mantenía con conductas de evitación social, era muy aprehensiva
con su hijo a quien controlaba constantemente por temor a que le “pase algo”.
Su vida afectiva era estable, casada con un hombre comprensivo y protector a
quien ella definía como una persona muy confiable.
Establecida la alianza terapéutica Silvia refiere la
necesidad de contar algo que ni siquiera su esposo ni su médico saben debido a
que a ella le cuesta mucho hablar de esto por vergüenza. Ella había sido víctima
de abuso sexual reiterado con penetración por parte de su padre biológico a los
trece años. Su padre la abusaba en el baño, ese goce paterno que consistía en
utilizar ese cuerpo infantil cosificado destinado a la satisfacción de sus
aberrantes necesidades especiales, aquí se puede observar dos cosas; por un
lado la asimetría y el poder que ejerce este depravado con su hija y este abuso
muestra el dominio visto al otra como mera posesión, deshaciendo la
subjetividad, cosificándola, un acto de ruptura de los limites y la frontera
del cuerpo avasallado, dejándola en la máxima indefensión psicofísica, ya que
esta desde todo punto de vista desprovista de mecanismos defensivos que puedan prever
el daño, por lo traumático del suceso y su efecto terrorífico en el psiquismo
deja las huellas de un estrés Postraumatico. Ella recuerda los estallidos de
cólera de su padre amedrentándola ante cualquier resistencia de la menor, los
golpes cada vez eran más frecuentes, hasta llegar a anestesiarse “trataba que
se pase pronto”, aquí se produce un mecanismo muy primitivo como es la
disociación que protegen al yo ante lo siniestro de la situación vivida. No
deja de ser un elemento menor el momento vital de cómo se desarrollo este
abuso, en el inicio de la adolescencia que es interrumpida por la violencia
máxima con sus consecuentes miedos al embarazo, enfermedades, junto con
sentimientos de bronca, culpa y perplejidad, esto transcurrió en el tiempo,
ella recuerdo que con el primer episodio corrió a denunciarlo ante su madre,
pero no encontró la respuesta eficaz que una madre puede dar, ella le respondió
“Mejor es tu padre que cualquier guacho”, jamás olvidara ese desamparo que vivió
con estas palabras que la dejaron atrapada dentro de este circuito perverso. El
punto final se produjo ante una gran paliza que recibió de su padre que la
motivo a buscar amparo con una vecina amiga, no volvió más a su casa, tenia
quince años, nunca denuncio el abuso sexual ante la ley, al tiempo conoció a
quien actualmente es su esposo y se junto con él, comenzó una nueva etapa de su
vida junto a un vínculo sanador.
Se trabajo por etapas con mucha empatía y respetando el
timming del paciente, fortaleciendo su autoestima y su estigmatización, el
estigma es una barrera en la recuperación de la mujer y a la prevención de la
agresión sexual en el futuro por parte de la sociedad. La narración de los
hechos que había padecido permitió la expresión de su dolor, poder poner en
palabras lo siniestro, al mismo tiempo trabajar todo lo concerniente a la
vergüenza, a la autoculpacion que suelen tener los abusados, el no poder
denunciar ante la ley lo ocurrido y callarlo, pero una vez recuperada su
autoestima, fortalecida y con mucho trabajo de psicoeducacion en distintos
niveles y a repetición para que pueda entender y elaborar el trauma, Silvia
tomo la decisión de ver a sus padres y expresarles directamente el daño que les
había infligido, a sabiendas que seguramente no habría arrepentimiento ni
sentimientos de culpa, y como era de esperar eso fue lo que encontró, es mas la
culpa era de ella de todo el dolor que les había infligido, negando todo, esta
es una de las estrategias de los psicópatas la identificación proyectiva. La
familia original de Silvia era muy desestructurada y caótica, ella era la única
hija mujer de cuatro hermanos, el mayor con antecedentes psiquiátricos y
adicciones se ahorco, su otro hermano también con problemas de consumo de
cocaína y el menor con comportamientos antisociales, después de un evento
fortuito de azar donde la familia tuvo un premio mayor todos Vivian al amparo
de estos padres caóticos, Silvia nunca tuvo tampoco el apoyo de sus hermanos,
lo que la motivo a terminar el contacto definitivo con ellos. Se dedico a su
familia, a terminar el secundario, poco a poco sus síntomas fueron disminuyendo
a punto de que su médico procedió a retirar la medicación en forma gradual.
Junto con su marido tomaron la decisión de tener a cargo una salita de ancianos
a quienes visitaba los fines de semana. Le fue doloroso romper las relaciones
con su familia de origen pero comprendió que más doloroso es esperar un
milagro. Comprendió que los psicópatas son depredadores que solo les interesa
sus necesidades y que el contacto cero ir la mejor solución.
Psicóloga Clínica Especialista en Trastornos de Ansiedad
Conferencia XXII Congreso Internacional de Psiquiatría
junto con el Dr. Hugo Marietan.
Sheraton Buenos Aires, 11 de noviembre de 2014
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