Lic.Mònica
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La situación de una próxima
operación genera en la persona que va a ser intervenida un estrés
significativo, porque se enfrentan a una situación desconocida en donde se
ponen en relieve ciertos riesgos.
Las personas deben en ese
caso hacer frente a esta realidad con sus propios recursos emocionales que
implica no solo la enfermedad a la que será intervenido sino que el solo hecho
de una operación trae a consecuencia una serie de fantasmas que muchas veces
provocan una fuente de ansiedad anticipatoria que debe ser tratada por el
psicólogo clínico.
Los pacientes que logran una
adaptación preoperatoria normal, es decir, han internalizado el proceso de la
operación, generalmente han pasado por experiencias anteriores exitosas
presentan una evolución posoperatoria de buena evolución. Pero ocurre que
muchas personas se enfrentan a este hecho por primera vez, tienen mucho miedo a
la muerte dentro del quirófano, es una situación en donde el sujeto debe dejar
el control en la figura del cirujano y su equipo. Este hecho muchas veces
genera síntomas psíquicos relevantes como ser niveles altos de ansiedad,
estados de irritabilidad y trastornos en el ciclo del sueño, estos elementos
deben ser tratados previamente vía evaluación a través de entrevistas y escalas
especificas para tomar medidas psicoprofilacticas y/o farmacológicas si el caso
lo exige de manera tal que el paciente llegue a quirófano en el mejor estado,
porque un estado emocional ineficaz determina un grado de riesgo quirúrgico,
por ejemplo en un paciente que no se haya regulado la ansiedad preoperatoria.
La ansiedad que se genera
frente a una operación depende de determinados factores:
1. Personalidad
pre mórbida: Hay que indagar la historia vital del paciente, si ha tenido o no
intervenciones previas y su reacción frente a las mismas, como ha reaccionado
frente a la anestesia en anteriores situaciones, y si es la primera hay que
trabajar sobre las creencias que el paciente tiene acerca de la misma (muchos
pacientes manifiestan el temor a no despertar mas). No toman en cuenta las
nuevas tecnologías que hay en quirófano en relación a la anestesia y monitoreo.
Es una situación invasiva, muchas de las veces hay ablación de órganos, y esto
conlleva una serie de pensamientos de tipo catastróficos que deben ser
trabajados previamente por el psicólogo a cargo junto con el médico cirujano
para llevan tranquilidad y explicar fehacientemente los pasos de la
intervención, lo esperable posteriormente, especialmente que no tengan miedo al
despertar, porque muchas veces la anestesia produce síntomas leves pero que en
el estado posoperatorio si no fue informado puede generar ansiedad.
También es importante transmitir esto a
la familia del paciente, porque muchas veces la ansiedad del grupo familiar
Incide sobre el paciente.
2. El
factor de la enfermedad a la que será intervenido, la gravedad de la enfermedad
orgánica, las consecuencias posoperatorias, cuando se practica una ablación de
órganos (histerectomía, mastectomía etc.), mutilaciones de miembros en los
casos de diabetes por ejemplo, donde mas allá de la intervención hay una
modificación del esquema corporal, y que en los primeros estadios deben ser
intervenidos psicológicamente pues la persona sufre el dolor en el miembro
amputado (miembro fantasma). Todo esto conlleva niveles altos de ansiedad, muchas
veces comorbido con una depresión reactiva, con manifestaciones de tipo somáticas
y neurovegetativas.
3. Como
se encuentra el Yo del sujeto frente a la intervención, su grado de tolerancia
y la capacidad de defenderse y mantener el control del estrés operatorio. La
estructura del sujeto es un factor primordial, porque las estructuras débiles
producen mayor desregularidad en el manejo emocional porque son personas
altamente vulnerables, y desarrollan altos niveles de ansiedad y descontrol que
deben ser tratados anticipadamente porque pueden desarrollar estados
excitatorios psicomotrices que interfieren en su evolución como en el manejo de
la sala de recuperación.
La
evaluación de los factores de ansiedad y depresión anteriores a la intervención
quirúrgica
El
psicólogo clínico deberá estar al tanto de la historia clínica operatoria, los
pasos que se darán en la intervención para poder transmitir confianza y
adherencia a la intervención, así el paciente puede percibir que tanto la
información proporcionada por el cirujano y la del psicólogo son parejas, eso
disminuye mucho la ansiedad ante la incertidumbre que le produce la
intervención.
En
la entrevista al paciente se debe poner foco a lo que este manifiesta
verbalmente acerca del proceso no solo de la intervención quirúrgica sino de su
enfermedad orgánica. También se debe evaluar con escalas validadas el grado de
ansiedad actual que presenta el paciente si estos valores están altos deberán
ser evaluados por el médico quien vera la prescripción de psicofármacos acorde
al paciente y a el problema orgánico que presenta.
En
el caso de que sea medicado con psicofármacos, es importante ver el impacto que
estos fármacos interactúan con el paciente, disminuyendo los índices de
ansiedad o por sí lo contrario esos niveles no han disminuido lo cual es un
indicador negativo de la evolución posoperatoria porque el paciente llega al
quirófano muy descompensado desde el punto de vista psicológico que influye
directamente en la rehabilitación posterior.
También
es un indicador negativo cuando el paciente se encuentra en una posición
maniaca frente a la operación devaluando el proceso, negando no solo la
intervención sino muchas veces la gravedad de la lesión orgánica. O mantiene
una actitud poco colaboradora u hostil respecto a su estado, los médicos
intervinientes y lo asociado a su posterior restablecimiento.
Por
eso es importante la psicoprofilaxis prequirurgica ya que es un proceso que
permite con un tiempo prudente preparar al paciente para que el impacto de la
operación sea lo más adaptativo posible, generando más adhesión al tratamiento
posterior con una mejoría en la rehabilitación.
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