Lic. Mónica Arcas
En primer lugar hay que diferenciar lo que es un
estado de dependencia afectiva, de lo que significa una relación de amor,
discrepan totalmente porque en una relación de dependencia hay una asimetría
donde en un polo esta el poder que ejerce una persona sobre otra, se constituye
una relación basada en el manejo del poder , quien lo tiene sobre ese vinculo
y de qué manera lo ejerce. Hay en Latinoamérica una tendencia muy extendida
educacional que nace desde la crianza y es reforzada a través de la educación y
la religión, que las mujeres debe ser sumisas con el hombre, aprenden lentamente
a someterse y a satisfacer las demandas de la pareja sin cuestionarse si les está
afectando, olvidándose por ende de sí mismas, postergando vocaciones,
necesidades de cuidado, incluso su atencion medica, ante el temor de que su pareja las
abandone, que es el mayor temor que tienen las mujeres dependientes, que ese
objeto de amor donde se pone todas las idealizaciones y se sacrifican las
propias necesidades en algún momento se pueda perder, que la rechace, ya que no
ha aprendido a reconocer sus propios valores
pues necesitan y tienen ese vinculo dependiente, pero también
éste necesita para mantener el control del codependiente que es el que sostiene y se deja someter,
porque sin esto el poder queda también este en un lugar de fragilidad, o sea
que la persona que domina necesita tener a otro que le permite este tipo de
alianza. Estas relaciones muy frecuentes donde predomina la dependencia
afectiva habita un amor condicionado, por lo tanto muy vulnerable, ese “amor”
esta apartado de lo que es normalmente saludable que es la libertad individual,
entonces constituyen un terreno favorable para que se desarrollen en muchos casos
la violencia domestica sea de origen psicológico y/o físico.
Hay una asimetría en cuanto al poder
y al control, este control se ejerce en muchos sentidos que va desde el control
de horarios, de las relaciones sociales y/o familiares, del dinero, compras, sexualidad
donde es el controlador el que determina que cosas y/o acontecimientos está
autorizada a realizar y que no, este el punto donde se comienza la violencia,
se violenta la libertad individual y el otro actúa como apéndice sujeto a la
voluntad y a la ley que opera en el circuito.
La persona dentro de un circuito de dependencia
no puede por su temor a la perdida y por la indefensión aprendida ejercer una
defensa adaptativa que le permita ser mas asertiva y poner los limites
saludables en el vinculo de ladependen del reconocimiento del ese otro significativo
con el cual tienen ese vinculo dependiente, pero también
éste necesita para mantener el control del codependiente que es el que sostiene y se deja someter,
porque sin esto el poder queda también este en un lugar de fragilidad, o sea
que la persona que domina necesita tener a otro que le permite este tipo de
alianza. Estas relaciones muy frecuentes donde predomina la dependencia
afectiva habita un amor condicionado, por lo tanto muy vulnerable, ese “amor”
esta apartado de lo que es normalmente saludable que es la libertad individual,
entonces constituyen un terreno favorable para que se desarrollen en muchos casos
la violencia domestica sea de origen psicológico y/o físico.
Hay una asimetría en cuanto al poder
y al control, este control se ejerce en muchos sentidos que va desde el control
de horarios, de las relaciones sociales y/o familiares, del dinero, compras, sexualidad
donde es el controlador el que determina que cosas y/o acontecimientos está
autorizada a realizar y que no, este el punto donde se comienza la violencia,
se violenta la libertad individual y el otro actúa como apéndice sujeto a la
voluntad y a la ley que opera en el circuito.
La persona dentro de un circuito de dependencia
no puede por su temor a la perdida y por la indefensión aprendida ejercer una
defensa adaptativa que le permita ser mas asertiva y poner los limites
saludables en el vinculo de la pareja, adopta una posición de
sumisión que es la que mantiene un nivel
de tensión relacional que explota la mayor parte de las veces en un episodio de
violencia domestica. El hombre por otra parte ejerce el dominio y el control de
“su mujer” objetivizada que debe someterse a los designios que lo que el
plantea como aceptable dentro del vínculo, pero también es un hombre que sufre
de la imposibilidad de aceptar su soledad, y muchas de las veces ha sido objeto
en sus precoces años de la violencia que han ejercido su familia para con él.
Eso no quiere decir que hay que justificarlo, pero ambos partenaires se unen
porque son mutuamente dependientes, a ambos los aterra la soledad y consolidan
una unión patológica muchas veces letal.
A este vínculo patológico que se
llama codependencia todo funciona siempre y cuando se mantenga esa obediencia y
sometimiento a cambio del amor y el reconocimiento que la codependiente espera
de su pareja, pero cuando algún elemento no confluye en este status quo aparece
la violencia en forma de maltrato, descalificaciones, amenazas de abandono, y
ejercicio del maltrato físico.
Salir de ese circuito es muy complejo pero
necesario, no es imposible, pero el trabajo psicoterapéutico con la persona
dependiente que carece de autoestima y de autonomía personal conlleva una tarea
ardua en donde hay que lograr que la persona pueda aprender a conocerse, a
saber quéy que no es, porque ha quedado tan
impregnada en las descalificaciones que las ha internalizado, tiene que
reconstruirse y saber que la relaciones afectivas son de otro modo, basadas en
las libertades y respetos mutuos de los integrantes de la pareja, debe aprender
asertividad para poder defender sus derechos y no quedar pasiva, pero el
equilibrio de aprender sus derechos deben ser equilibrados y no desajustados
porque pueden incitar nuevamente a la violencia, la persona tiene que aprender
a comunicar sus pensamientos y sentimientos y sentirse digna por ellos,
colocarse en una posición subjetiva en donde le importe menos la opinión de los
otros, no estar sujeta al juicio de los otros sino centrarse en sí misma, en
sus necesidades sin que estas perjudiquen a otros, ni esperar que los otros
satisfagan siempre sus necesidades.
La terapia cognitiva conductual
favorece a la reestructuración cognitiva en donde se pueden trabajar las
diversas creencias disfuncionales que operan en la persona y que ocasionan
conflictos, fomentar la seguridad y aprender a tolerar la soledad y rescatar la
dignidad que significa apropiarse de la libertad de expresión.
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