domingo, 24 de mayo de 2020


ACCIDENTE CEBRERO VASCULAR Y SU REPERCUSION EN LA PERSONALIDAD



El accidente cerebro vascular (Ictus) es una enfermedad neurológica que afecta a los vasos sanguíneos que llevan el flujo de sangre al cerebro, y cuando uno de esos vasos sanguíneos se rompe o se obtura (tapona) sea por un coágulo o una partícula produce una ruptura o un bloqueo que impide en forma abrupta que llegue suficiente oxígeno a las células cerebrales y éstas quedan afectadas.

El accidente cerebro vascular puede ser de origen Isquémico en donde se reduce el flujo sanguíneo por un tiempo y esto es lo que ocasiona el infarto cerebral. Otro tipo de accidente es el hemorrágico en donde se produce la hemorragia dentro del cerebro por la ruptura de un vaso dentro del interior del encéfalo.

Ambas formas son episodios graves que dejan secuelas diversas en lo motriz, la capacidad de habla, trastornos auditivos entre otros,                  pero también repercute en forma directa no solo a nivel de déficit cognitivo ya que altera las funciones cognitivas, sino que generan alteraciones en la personalidad a largo plazo.

Estos accidentes abruptos dejan alteraciones en el psiquismo profundo que van desde estados de Estrés postraumático, depresión, alteraciones ansiosas

El estrés postraumático es uno de los cuadros frecuentes que suelen tener los afectados después del primer año de sucedido el ictus. Suelen presentarse estados de ansiedad, alteraciones en el sueño, pesadillas recurrentes, estados de expectación aprehensiva.

Otros de los cuadros que se observan con mucha frecuencia son los estados depresivos, que dependerán de factores de predisposición genética y de elementos situacionales por el que atraviesa el paciente, estos tienden a una inestabilidad emocional que se manifiesta por estados de tristeza y llanto, esta labilidad emocional también se puede manifestar en estados de irritabilidad significativa y estos estados de ira repercute dentro del entorno familiar generando malestar interpersonal.

También suele aparecer estados mixtos emocionales donde prevalecen los cambios del estado de humor, pasan de la emoción a la ira dentro de un periodo corto de tiempo.

El estado de apatía es muy frecuente, el paciente se siente abúlico sin motivaciones para realizar cosas muy simples, y cuando la afección ha recaído en la parte motriz, el hecho es que la persona se encuentra ahora con una discapacidad que no solo es difícil de aceptación sino que la percepción de muchas tareas habituales son difíciles de realizar lo cual genera mucha impotencia.

También dentro del estado de depresión pueden darse el consumo de alcohol, en los pacientes que han sufrido ACV, si se asocia al consumo de alcohol puede precipitar un episodio de convulsiones epilépticas. Hay que evaluar esta posibilidad dentro de todo pacientes depresivos, el alcohol en alguien que ha padecido un accidente cerebro vascular es peligroso, ya que el cerebro ha quedado sensibilizado ante la injuria que ha padecido. Es por ello que hay que siempre evaluar esta posibilidad dentro del tratamiento psicoterapéutico, incluso con indagación del grupo familiar.

Las conductas evitativas se observan con mucha frecuencia, especialmente cuando la memoria está afectada, estos pacientes evitan estar con personas conocidas por el temor que inicie una conversación que requiera tener que recordar eventos que no pueden acceder, estos los angustia de manera importante, es por eso que el terapeuta debe ayudarlo a poder primero aceptar esta realidad sin que se tenga que recluir.

El paciente sufre cambios cognitivos que incluyen problemas de lenguaje, resolución de problemas, comprensión de textos, cálculos matemáticos, esto genera mucha angustia y temor al ridículo si está en presencia de terceros, muchas veces inventan situaciones para salir del embarazoso momento, pero no lo pueden sostener pues su memoria a corto plazo muchas de las veces esta alterada y eso constituye también un obstáculo.

Es importante la rehabilitación neurocognitiva, que le permitirá desarrollar ejercicios de menor a mayor complejidad acorde a la afectación que tenga en la búsqueda de un progreso gradual que le permita manejarse con más plasticidad.

El paciente post ictus se encuentra con una nueva realidad en su vida, hay un antes y un después en todo sentido, no solo por las limitaciones físicas que la enfermedad muchas veces impone, sino que se instala en el psiquismo el miedo a la repetición del episodio, el miedo a enfermarse, el sentirse extremadamente vulnerable como enfrentarse a su discapacidad con toda la connotación que eso implica en nuestra sociedad, la pérdida laboral, los gastos médicos, la comprensión de la familia, el verse diferente frente al espejo, porque las secuelas del ictus desordena el psiquismo, el paciente se enfrenta al duelo de su salud, y tendrá que enfrentar esta nueva realidad que se le impone y muchas veces aprender a un funcionamiento diferente de su personalidad.

Es necesario el tratamiento psicológico de estos pacientes especialmente cuando comienzan con estados depresivos, el tiempo es una variable muy importante, no solo en poder poner en práctica determinadas estrategias sino en reanimar a esta persona que logre tener pequeñas motivaciones ante el impacto que la enfermedad le provoca. Se necesita establecer un tratamiento integral para estos pacientes y sus familias a los efectos de producir estrategias de afrontamiento  y mejoramiento cognitivo para integrarse a la sociedad de la manera más adaptativa que pueda mejorando de esta forma su estado emocional.


Lic .Mónica Arcas / Neuropsicologa-Psicóloga Clínica 15 3488 2542







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