ACCIDENTE CEBRERO VASCULAR Y SU REPERCUSION EN LA PERSONALIDAD
El
accidente cerebro vascular (Ictus) es una enfermedad neurológica que afecta a
los vasos sanguíneos que llevan el flujo de sangre al cerebro, y cuando uno de
esos vasos sanguíneos se rompe o se obtura (tapona) sea por un coágulo o una
partícula produce una ruptura o un bloqueo que impide en forma abrupta que
llegue suficiente oxígeno a las células cerebrales y éstas quedan afectadas.
El
accidente cerebro vascular puede ser de origen Isquémico en donde se reduce el
flujo sanguíneo por un tiempo y esto es lo que ocasiona el infarto cerebral.
Otro tipo de accidente es el hemorrágico en donde se produce la hemorragia
dentro del cerebro por la ruptura de un vaso dentro del interior del encéfalo.
Ambas
formas son episodios graves que dejan secuelas diversas en lo motriz, la
capacidad de habla, trastornos auditivos entre otros, pero también repercute en
forma directa no solo a nivel de déficit cognitivo ya que altera las funciones
cognitivas, sino que generan alteraciones en la personalidad a largo plazo.
Estos
accidentes abruptos dejan alteraciones en el psiquismo profundo que van desde
estados de Estrés postraumático, depresión, alteraciones ansiosas
El
estrés postraumático es uno de los
cuadros frecuentes que suelen tener los afectados después del primer año de
sucedido el ictus. Suelen presentarse estados de ansiedad, alteraciones en el
sueño, pesadillas recurrentes, estados de expectación aprehensiva.
Otros
de los cuadros que se observan con mucha frecuencia son los estados depresivos, que dependerán de factores
de predisposición genética y de elementos situacionales por el que atraviesa el
paciente, estos tienden a una inestabilidad emocional que se manifiesta por
estados de tristeza y llanto, esta labilidad emocional también se puede
manifestar en estados de irritabilidad significativa y estos estados de ira
repercute dentro del entorno familiar generando malestar interpersonal.
También
suele aparecer estados mixtos emocionales donde prevalecen los cambios del
estado de humor, pasan de la emoción a la ira dentro de un periodo corto de tiempo.
El
estado de apatía es muy frecuente,
el paciente se siente abúlico sin motivaciones para realizar cosas muy simples,
y cuando la afección ha recaído en la parte motriz, el hecho es que la persona
se encuentra ahora con una discapacidad que no solo es difícil de aceptación
sino que la percepción de muchas tareas habituales son difíciles de realizar lo
cual genera mucha impotencia.
También
dentro del estado de depresión pueden darse el consumo de alcohol, en los
pacientes que han sufrido ACV, si se asocia al consumo de alcohol puede
precipitar un episodio de convulsiones epilépticas. Hay que evaluar esta
posibilidad dentro de todo pacientes depresivos, el alcohol en alguien que ha
padecido un accidente cerebro vascular es peligroso, ya que el cerebro ha
quedado sensibilizado ante la injuria que ha padecido. Es por ello que hay que
siempre evaluar esta posibilidad dentro del tratamiento psicoterapéutico,
incluso con indagación del grupo familiar.
Las
conductas evitativas se observan con
mucha frecuencia, especialmente cuando la memoria está afectada, estos
pacientes evitan estar con personas conocidas por el temor que inicie una
conversación que requiera tener que recordar eventos que no pueden acceder,
estos los angustia de manera importante, es por eso que el terapeuta debe
ayudarlo a poder primero aceptar esta realidad sin que se tenga que recluir.
El
paciente sufre cambios cognitivos que incluyen problemas de lenguaje,
resolución de problemas, comprensión de textos, cálculos matemáticos, esto
genera mucha angustia y temor al ridículo si está en presencia de terceros,
muchas veces inventan situaciones para salir del embarazoso momento, pero no lo
pueden sostener pues su memoria a corto plazo muchas de las veces esta alterada
y eso constituye también un obstáculo.
Es
importante la rehabilitación
neurocognitiva, que le permitirá desarrollar ejercicios de menor a mayor
complejidad acorde a la afectación que tenga en la búsqueda de un progreso
gradual que le permita manejarse con más plasticidad.
El
paciente post ictus se encuentra con una nueva realidad en su vida, hay un
antes y un después en todo sentido, no solo por las limitaciones físicas que la
enfermedad muchas veces impone, sino que se instala en el psiquismo el miedo a
la repetición del episodio, el miedo a enfermarse, el sentirse extremadamente
vulnerable como enfrentarse a su discapacidad con toda la connotación que eso
implica en nuestra sociedad, la pérdida laboral, los gastos médicos, la
comprensión de la familia, el verse diferente frente al espejo, porque las
secuelas del ictus desordena el psiquismo, el paciente se enfrenta al duelo de
su salud, y tendrá que enfrentar esta nueva realidad que se le impone y muchas
veces aprender a un funcionamiento diferente de su personalidad.
Es
necesario el tratamiento psicológico de estos pacientes especialmente cuando
comienzan con estados depresivos, el tiempo es una variable muy importante, no
solo en poder poner en práctica determinadas estrategias sino en reanimar a
esta persona que logre tener pequeñas motivaciones ante el impacto que la
enfermedad le provoca. Se necesita establecer un tratamiento integral para
estos pacientes y sus familias a los efectos de producir estrategias de
afrontamiento y mejoramiento cognitivo
para integrarse a la sociedad de la manera más adaptativa que pueda mejorando
de esta forma su estado emocional.
Lic
.Mónica Arcas / Neuropsicologa-Psicóloga Clínica 15 3488 2542
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