REACCIONES DEL PACIENTE ENFERMO INTERNADO
Cuando
nos acercamos a una persona que está padeciendo una enfermedad, debemos tomar a
ésta como un proceso que va mas allá de lo orgánico, es un proceso vital que
afecta en su totalidad, que involucra sus emociones, las relaciones
interpersonales, sus actividades y aún más su posición existencialista y
espiritual.
La
relación entre el psicólogo clínico y el paciente no es un vínculo neutro, sino
una alianza profunda que incide sobre la personalidad de ambos y que moviliza
afectos a nivel consciente e inconsciente.
Es
fundamental saber qué significado subjetivo tiene la persona sobre su
enfermedad, la fantasía que alberga al respecto, que dificultades y necesidades
le genera, que expectativas tiene, que espera y como se puede responder a los
efectos de afianzar la relación terapéutica.
Toda
enfermedad produce una experiencia personal única atravesada por su historia,
también por las concepciones socioculturales en donde el sujeto está inmerso,
lo que determina una serie de creencias, mitos modos socialmente de expresión
de su síntoma, la enfermedad enfrenta a la persona a una situación de
desvalidamiento, vulnerabilidad y de amenaza a su integridad física y emocional
que despierta temores y reedita las necesidades infantiles de supervivencia, ya
que en su origen el ser humano nace en un estado de fetalización en el sentido
que es vulnerable, necesita del otro, de su madre o sustituto para sobrevivir,
aquel que le satisfaga las necesidades básicas de subsistencia , eso mismo
ocurre con el paciente grave enfermo y explica el desarrollo de ansiedad y lo
demandante que puede llegar a ser, pero es obvio que cada sujeto responderá de
manera distinta acorde sus experiencias
previas y a su estructura de personalidad.
No un
criterio estricto de personalidad normal, pero en término generales las
personas responden ante la enfermedad con un grado de ansiedad y temor
especialmente a aquello que no es de su dominio o que desconoce. En los casos
de intervención quirúrgica el paciente puede transmitir una visión realista e
su operación que da lugar al significado divalente de la misma en el sentido,
que por un lado le adjudica un valor curativo de la intervención y por otro
aparece el displacer con los elementos agresivos que esta implica (donde el control lo tiene
el cirujano, el sujeto está en estado de pasividad) y también de dolor físico
en muchos casos El posoperatorio en general muestran desde el punto de vista
psicológico una buena evolución mostrando satisfacción y alegría por el
resultado y por haber sobrevivido, muchas veces superando el temor del fantasma
de la anestesia. Superada las 48 horas se muestra una distribución de energía
psíquica, perdiendo el interés por el mundo externo (estímulos ambientales)
para concentrarlo en la atención de la evolución de su estado físico, sus
molestias, su dificultad de movilización si existe, la evolución de las
cicatrices, heridas. También es observable un proceso de regresión por la
pérdida de autonomía, que muestra aspectos positivos cuando el paciente
mantiene una conducta dócil en dejarse cuidar y ser protegido por otros, y por
otro lado es perjudicial cuando tiene menos tolerancia a la frustración y un
inadecuado manejo de la agresividad, aparece rabietas, o conductas negativistas
por ejemplo, quejas sobre determinadas dietas, negarse a comer, a tomar
determinadas medicaciones, toilettes etc. Esta depresión leve posoperatoria se
manifiesta como estados de soledad y desvalidamiento, mayor emotividad, llanto
fácil y visión pesimista de una recuperación favorable y es temporal, pero hay
que estar atento a este estado para que no se instale y cronifique después de
su egreso.
Otra
forma más patológica son las reacciones paranoides, son pacientes que presentan
un difícil manejo, tienen altos montos de ansiedad, y tanto en la vivencia de
enfermedad como en la intervención operatoria mantienen una posición hostil y
beligerante. Por lo general aparece el malestar proyectado a lo institucional,
sus quejas van dirigidas al personal tratante donde el sujeto se siente víctima
de un maltrato de tono agresivo y tiene por ende una conducta de desconfianza.
El mecanismo defensivo observable es por lo general la proyección donde el
peligro que experimenta internamente es
expulsado al exterior, vivido como una amenaza proveniente de afuera que se
cristaliza en los agentes de salud y/o Institución que lo aloja. Siempre las
proyecciones amplifican, distorsionan y acentúan los peligros reales, porque se
les suma todas las vivencias y estímulos internos no tolerados y expulsados al
exterior. En el posoperatorio suelen presentar altos modos de ansiedad, inquietud
motora y rigidez muscular generalizada debido a esta forma defensiva ante el
temor y la desconfianza. Se observa por lo general una evolución de tipo
inestable, con crisis intermitentes y/o excitación psicomotriz con conductas
agresivas, trastornos en el ciclo de sueño (insomnio), desconfianza hacia la
medicación administrada con una respuesta insuficiente a los fármacos,
generando un ambiente tenso, con múltiples malentendidos, discusiones con el
cuerpo médico y/o enfermería, sintiéndose víctima de engaños, maltrato a su
persona o sentir una confabulación en su contra, la escasa tolerancia al dolor
y utilizando éste como motivo de queja permanente dirigida al cuerpo tratante.
La regresión de este tipo de pacientes se manifiesta en el mal manejo de la
agresividad ya que el temor y padecimiento físico exacerban su odio y
destructividad. Son pacientes a los que hay que prestar atención y ser muy
conductuales ya que su malestar suele repercutir en otros internados.
Otra
forma de reacción es la de tipo maníaco, totalmente opuesto al anterior, este
se adapta a las situaciones de enfermedad y/o posibilidad de intervención quirúrgica
a través de la negación de la realidad y el fortalecimiento de su omnipotencia.
Ante el diagnostico actúa como si nada les puede pasar, sin manifestar miedo,
niegan la ansiedad, y optar por no hablar sobre lo que padecen. En algunos
casos evidencian una conducta eufórica, verborragica, es frecuente la
utilización del chiste sobre su proceso mórbido mostrando de esta forma la
omnipotencia de pensamientos.
El
mecanismo de defensa de los pacientes con perfil maniaco es la Negación, que
implica tener fuera de la conciencia una parte de los significados disponibles
de un acontecimiento, es un “no querer saber” para no enfrentar un pensamiento
que angustie y reemplaza aquello displacentero, sea el miedo a la enfermedad,
la cirugía si necesita, su propia vulnerabilidad y necesidad de cuidado pro la
fantasía que es negar la realidad.
Lic.
Mónica Arcas / Psicóloga Clínica / 15 3488 2542
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