jueves, 7 de mayo de 2020


REACCIONES DEL PACIENTE ENFERMO INTERNADO

Cuando nos acercamos a una persona que está padeciendo una enfermedad, debemos tomar a ésta como un proceso que va mas allá de lo orgánico, es un proceso vital que afecta en su totalidad, que involucra sus emociones, las relaciones interpersonales, sus actividades y aún más su posición existencialista y espiritual.

La relación entre el psicólogo clínico y el paciente no es un vínculo neutro, sino una alianza profunda que incide sobre la personalidad de ambos y que moviliza afectos a nivel consciente e inconsciente.

Es fundamental saber qué significado subjetivo tiene la persona sobre su enfermedad, la fantasía que alberga al respecto, que dificultades y necesidades le genera, que expectativas tiene, que espera y como se puede responder a los efectos de afianzar la relación terapéutica.

Toda enfermedad produce una experiencia personal única atravesada por su historia, también por las concepciones socioculturales en donde el sujeto está inmerso, lo que determina una serie de creencias, mitos modos socialmente de expresión de su síntoma, la enfermedad enfrenta a la persona a una situación de desvalidamiento, vulnerabilidad y de amenaza a su integridad física y emocional que despierta temores y reedita las necesidades infantiles de supervivencia, ya que en su origen el ser humano nace en un estado de fetalización en el sentido que es vulnerable, necesita del otro, de su madre o sustituto para sobrevivir, aquel que le satisfaga las necesidades básicas de subsistencia , eso mismo ocurre con el paciente grave enfermo y explica el desarrollo de ansiedad y lo demandante que puede llegar a ser, pero es obvio que cada sujeto responderá de manera distinta acorde  sus experiencias previas y a su estructura de personalidad.

No un criterio estricto de personalidad normal, pero en término generales las personas responden ante la enfermedad con un grado de ansiedad y temor especialmente a aquello que no es de su dominio o que desconoce. En los casos de intervención quirúrgica el paciente puede transmitir una visión realista e su operación que da lugar al significado divalente de la misma en el sentido, que por un lado le adjudica un valor curativo de la intervención y por otro aparece el displacer con los elementos agresivos  que esta implica (donde el control lo tiene el cirujano, el sujeto está en estado de pasividad) y también de dolor físico en muchos casos El posoperatorio en general muestran desde el punto de vista psicológico una buena evolución mostrando satisfacción y alegría por el resultado y por haber sobrevivido, muchas veces superando el temor del fantasma de la anestesia. Superada las 48 horas se muestra una distribución de energía psíquica, perdiendo el interés por el mundo externo (estímulos ambientales) para concentrarlo en la atención de la evolución de su estado físico, sus molestias, su dificultad de movilización si existe, la evolución de las cicatrices, heridas. También es observable un proceso de regresión por la pérdida de autonomía, que muestra aspectos positivos cuando el paciente mantiene una conducta dócil en dejarse cuidar y ser protegido por otros, y por otro lado es perjudicial cuando tiene menos tolerancia a la frustración y un inadecuado manejo de la agresividad, aparece rabietas, o conductas negativistas por ejemplo, quejas sobre determinadas dietas, negarse a comer, a tomar determinadas medicaciones, toilettes etc. Esta depresión leve posoperatoria se manifiesta como estados de soledad y desvalidamiento, mayor emotividad, llanto fácil y visión pesimista de una recuperación favorable y es temporal, pero hay que estar atento a este estado para que no se instale y cronifique después de su egreso.

Otra forma más patológica son las reacciones paranoides, son pacientes que presentan un difícil manejo, tienen altos montos de ansiedad, y tanto en la vivencia de enfermedad como en la intervención operatoria mantienen una posición hostil y beligerante. Por lo general aparece el malestar proyectado a lo institucional, sus quejas van dirigidas al personal tratante donde el sujeto se siente víctima de un maltrato de tono agresivo y tiene por ende una conducta de desconfianza. El mecanismo defensivo observable es por lo general la proyección donde el peligro que experimenta internamente  es expulsado al exterior, vivido como una amenaza proveniente de afuera que se cristaliza en los agentes de salud y/o Institución que lo aloja. Siempre las proyecciones amplifican, distorsionan y acentúan los peligros reales, porque se les suma todas las vivencias y estímulos internos no tolerados y expulsados al exterior. En el posoperatorio suelen presentar altos modos de ansiedad, inquietud motora y rigidez muscular generalizada debido a esta forma defensiva ante el temor y la desconfianza. Se observa por lo general una evolución de tipo inestable, con crisis intermitentes y/o excitación psicomotriz con conductas agresivas, trastornos en el ciclo de sueño (insomnio), desconfianza hacia la medicación administrada con una respuesta insuficiente a los fármacos, generando un ambiente tenso, con múltiples malentendidos, discusiones con el cuerpo médico y/o enfermería, sintiéndose víctima de engaños, maltrato a su persona o sentir una confabulación en su contra, la escasa tolerancia al dolor y utilizando éste como motivo de queja permanente dirigida al cuerpo tratante. La regresión de este tipo de pacientes se manifiesta en el mal manejo de la agresividad ya que el temor y padecimiento físico exacerban su odio y destructividad. Son pacientes a los que hay que prestar atención y ser muy conductuales ya que su malestar suele repercutir en otros internados.

Otra forma de reacción es la de tipo maníaco, totalmente opuesto al anterior, este se adapta a las situaciones de enfermedad y/o posibilidad de intervención quirúrgica a través de la negación de la realidad y el fortalecimiento de su omnipotencia. Ante el diagnostico actúa como si nada les puede pasar, sin manifestar miedo, niegan la ansiedad, y optar por no hablar sobre lo que padecen. En algunos casos evidencian una conducta eufórica, verborragica, es frecuente la utilización del chiste sobre su proceso mórbido mostrando de esta forma la omnipotencia de pensamientos.

El mecanismo de defensa de los pacientes con perfil maniaco es la Negación, que implica tener fuera de la conciencia una parte de los significados disponibles de un acontecimiento, es un “no querer saber” para no enfrentar un pensamiento que angustie y reemplaza aquello displacentero, sea el miedo a la enfermedad, la cirugía si necesita, su propia vulnerabilidad y necesidad de cuidado pro la fantasía que es negar la realidad.


Lic. Mónica Arcas / Psicóloga Clínica / 15 3488 2542

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