lunes, 24 de septiembre de 2018



Los ataques de ansiedad
Todas las personas somos proclives de padecer un ataque de ansiedad a lo largo de la vida, particularmente los citadinos que vivimos en las grandes urbes llevando una existencia apurada, con preocupaciones, miedos variados, desde la inseguridad callejera, hasta la temida desocupación, cuando los niveles de ansiedad son alterados y sostenidos en el tiempo comienza un estado de distres en el organismo que altera todas las áreas vitales del ser humano. Los ataques varían en intensidad, y en cada persona tendrá un significado particular que deberá ser descifrado y trabajado para su elaboración en el tratamiento. Las sensaciones de miedo flotante, estados de desasosiego y preocupación variadas cuando se cronifican comienzan a desarrollar la manifestación de pensamientos preocupantes, a maximizar los problemas, imaginar situaciones muy polarizadas generalmente con un tinte dramático que generan rumia y aumentan su intensidad.
Los síntomas de la ansiedad son fisiológicos entre ellos encontramos la más frecuente que es la hiperventilación, la dilatación de los pulmones para aumentar el flujo de oxigeno, la persona siente que le falta el aire, que se le cierra la garganta, que se le oprime el pecho. Hay aumento de la tensión muscular, del metabolismo basal, muchas veces presencia de aturdimiento, o sensación de estar tan embotado que parece que el cuerpo se desprendiera, esto genera en las personas miedo a padecer algo inminentemente peligroso para su vida, y esta forma de procesar la información a partir de la interpretación distorsionada de la sintomatología aumenta la intensidad de los síntomas.
Todo desarrollo de una patología ansiosa requiere factores intervinientes que precipitan el inicio de los mismos.
Uno de ellos es el factor de carga genética, se observa en la clínica que los pacientes con patología ansiosa suelen tener padres tambien con ansiedad, abuso de sustancias (alcoholismo) depresión. Las madres ansiosas tienen hasta tres veces más chance de tener descendencia con la predisposición genética a la ansiedad.
El segundo punto es que la desorganización de los ciclos circadianos de sueño-vigilia, predisponen a un desbalance serotoninérgico que lleva al organismo a un estado de agotamiento. Ídem se produce ante un déficit de alimentación.
Los factores de distres, donde el organismo está agotado por determinadas variables, muchas de ellas de origen traumático como ser la pérdida de trabajo, la muerte de un familiar especialmente un jefe de familia, problemas conyugales etc. son elementos amenazantes para el psiquismo
El tratamiento cognitivo conductual, apunta a mejorar la sintomatología del paciente, evaluando en primer lugar las comorbilidades que puede tener el cuadro y proporcionar al paciente recursos de afrontamiento exitosos, pero tambien es importante destacar que con la toma de escalas especificas para las diversas comorbilidades no solo se trabaja el motivo de consulta, sino todas las situaciones que por determinadas circunstancias el paciente mantiene una evitación y un comportamiento inhibitorio. Si no se descifra esto y se expone al paciente el tratamiento es inconcluso, y por lo tanto es factible las recaídas, es decir la ansiedad anticipatoria no debe presentarse, porque si en algún punto aun el sujeto, no por el motivo que lo trajo a consulta, mantiene un nivel de ansiedad anticipatoria ante un determinado evento eso debe desensibilizarse para que el síntoma no se desplace a otras áreas que en algún momento pueden producir inhibición.
Lic Mónica B. Arcas – Psicóloga Clínica – arcasweb@gmail.com Mensajes: 15 3488 2542


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