EL INSOMNIO EN LOS TRASTORNOS DE LA ANSIEDAD
El insomnio es un trastorno del sueño que se presenta con mucha frecuencia
en los trastornos de la ansiedad como un síntoma característico de la
sobreactivación del sistema nervioso.
La prevalencia del Insomnio primario se sitúa entre un 3 al 10% de los
casos, y suele estar en comorbilidad con alteraciones del espectro ansioso
depresivo. Estos trastornos son más frecuentes en las mujeres y suelen
incrementarse con la edad si no se los tratan
Puede ser de inicio (Insomnio de Conciliación) o presentarse a mitad de la
noche donde el sujeto despierta y no puede volver a conciliar el sueño
(Insomnio Intermedio), el primero es más frecuente en sujetos que tienen crisis
de pánico, muy activados les cuesta relajarse para iniciar un sueño reparador y
el segundo es muy típico del cuadro de ansiedad generalizada. En los cuadros
depresivos es muy frecuente el despertar temprano que es otra variedad de alteraciones
del sueño.
El abordaje de estos cuadros requieren un encuadre psicológico cognitivo
conductual de la patología de base y
apoyo farmacológico en muchos casos, además de realizar una psicoeducación e
higiene del sueño para mejorar estas patologías enfocado no solo en el paciente
sino dirigido también a su núcleo familiar.
Hay que evaluar los factores precipitantes y/o perpetuadores que generan
alteraciones en la ansiedad o en el desarrollo de un estado depresivo. Estos
cuadros tienen un factor de vulnerabilidad genética, pero se activan por
factores externos en un momento determinado del ciclo vital por múltiples
causas (pérdidas de seres queridos, de trabajo, de la misma pandemia que acosa
actualmente, o por el temor de determinados sucesos que pueden acaecer y la
persona esta con un estado de expectación aprehensiva.
Desde el punto de vista cognitivo se implementan estrategias específicas de
afrontamiento a situaciones que generan estados disfuncionales estresantes y
evitar que la ansiedad se descontrole incidiendo en las alteraciones del sueño
previamente mencionadas, así como técnicas de relajación muscular, meditación y
manejo respiratorio.
Cuando los niveles de ansiedad y depresión son altos, es necesario evaluarlos
con escalas validadas y derivar al médico psiquiatra para que pueda prescribir
medicación sea benzodiacepinas, o antidepresivos, acorde al cuadro
personalizado que prescribe el médico, así como un seguimiento regular del
tratamiento, a lo que se acompaña el tratamiento psicoterapéutico ya que es
imprescindible el trabajo interdisciplinario. Se observa muchas veces una
resistencia por parte del paciente al abordaje medicamentoso, argumentan el
miedo a generar dependencia, es allí donde funciona la psicoeducación para que
comprenda el efecto de los medicamentos dentro del sistema nervioso, evaluar
los beneficios que pueden traer y comunicar que se trata de un tratamiento a
corto plazo en la mayoría de los casos cuando se trabaja también el
afrontamiento de las causas que provocan el trastorno y la manera de
controlarlo.
Es indispensable que al encuadre farmacológico el paciente acceda a
terapia, porque el medicamento lo que produce es alivio sintomático pero no
cambia por sí mismo la situación que debe ser abordada fehacientemente con
ayuda psicológica, caso contrario se sigue manteniendo internamente el malestar
que aflora ante la asociación de eventos estresantes que el sujeto se enfrenta
y vuelve a tener recaídas que llevan a veces a aumentar las dosis de los
fármacos para evitar una descompensación. Hay que trabajar las causas
precipitantes, lo que no se ha elaborado, el manejo asertivo de las relaciones
interpersonales, la desregulación emocional que padecen para mejorar no solo
los trastornos del sueño, sino específicamente la patología de base y
personalidad que está en el sufrimiento del paciente.
Lic. Mónica Arcas – Psicóloga clínica – 15 3488 2542
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