miércoles, 24 de febrero de 2021

 

EL INSOMNIO EN LOS TRASTORNOS DE LA ANSIEDAD

 

El insomnio es un trastorno del sueño que se presenta con mucha frecuencia en los trastornos de la ansiedad como un síntoma característico de la sobreactivación del sistema nervioso.

La prevalencia del Insomnio primario se sitúa entre un 3 al 10% de los casos, y suele estar en comorbilidad con alteraciones del espectro ansioso depresivo. Estos trastornos son más frecuentes en las mujeres y suelen incrementarse con la edad si no se los tratan

Puede ser de inicio (Insomnio de Conciliación) o presentarse a mitad de la noche donde el sujeto despierta y no puede volver a conciliar el sueño (Insomnio Intermedio), el primero es más frecuente en sujetos que tienen crisis de pánico, muy activados les cuesta relajarse para iniciar un sueño reparador y el segundo es muy típico del cuadro de ansiedad generalizada. En los cuadros depresivos es muy frecuente el despertar temprano que es otra variedad de alteraciones del sueño.

El abordaje de estos cuadros requieren un encuadre psicológico cognitivo conductual  de la patología de base y apoyo farmacológico en muchos casos, además de realizar una psicoeducación e higiene del sueño para mejorar estas patologías enfocado no solo en el paciente sino dirigido también a su núcleo familiar.

Hay que evaluar los factores precipitantes y/o perpetuadores que generan alteraciones en la ansiedad o en el desarrollo de un estado depresivo. Estos cuadros tienen un factor de vulnerabilidad genética, pero se activan por factores externos en un momento determinado del ciclo vital por múltiples causas (pérdidas de seres queridos, de trabajo, de la misma pandemia que acosa actualmente, o por el temor de determinados sucesos que pueden acaecer y la persona esta con un estado de expectación aprehensiva.

Desde el punto de vista cognitivo se implementan estrategias específicas de afrontamiento a situaciones que generan estados disfuncionales estresantes y evitar que la ansiedad se descontrole incidiendo en las alteraciones del sueño previamente mencionadas, así como técnicas de relajación muscular, meditación y manejo respiratorio.

Cuando los niveles de ansiedad y depresión son altos, es necesario evaluarlos con escalas validadas y derivar al médico psiquiatra para que pueda prescribir medicación sea benzodiacepinas, o antidepresivos, acorde al cuadro personalizado que prescribe el médico, así como un seguimiento regular del tratamiento, a lo que se acompaña el tratamiento psicoterapéutico ya que es imprescindible el trabajo interdisciplinario. Se observa muchas veces una resistencia por parte del paciente al abordaje medicamentoso, argumentan el miedo a generar dependencia, es allí donde funciona la psicoeducación para que comprenda el efecto de los medicamentos dentro del sistema nervioso, evaluar los beneficios que pueden traer y comunicar que se trata de un tratamiento a corto plazo en la mayoría de los casos cuando se trabaja también el afrontamiento de las causas que provocan el trastorno y la manera de controlarlo.

Es indispensable que al encuadre farmacológico el paciente acceda a terapia, porque el medicamento lo que produce es alivio sintomático pero no cambia por sí mismo la situación que debe ser abordada fehacientemente con ayuda psicológica, caso contrario se sigue manteniendo internamente el malestar que aflora ante la asociación de eventos estresantes que el sujeto se enfrenta y vuelve a tener recaídas que llevan a veces a aumentar las dosis de los fármacos para evitar una descompensación. Hay que trabajar las causas precipitantes, lo que no se ha elaborado, el manejo asertivo de las relaciones interpersonales, la desregulación emocional que padecen para mejorar no solo los trastornos del sueño, sino específicamente la patología de base y personalidad que está en el sufrimiento del paciente.

Lic. Mónica Arcas – Psicóloga clínica – 15 3488 2542

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